Si un sector sabe de días difíciles en 2020 es el petrolero, pues ha tenido que padecer el rigor de las medidas de aislamiento que han afectado los procesos de exploración, explotación y hasta inversión. A la cuarentena se sumó, a comienzos de marzo, el enfrentamiento entre algunos de los mayores productores de hidrocarburos del mundo, que llevó al desplome de los precios internacionales. La pelea comenzó con la discusión sobre los recortes que debían aplicar este año los países petroleros para reflotar los precios internacionales del crudo. Arabia Saudita, mayor productor global y líder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), presionaba por aumentar los recortes de producción. Pero como Rusia, otro gran productor, se negaba, al final se produjo el efecto contrario: el petróleo se desplomó y por varias semanas durante la pandemia estuvo en niveles muy bajos. Este resultado afectó a las compañías petroleras del mundo. Y en Colombia han sentido el impacto desde las grandes hasta las medianas como GeoPark, una empresa relativamente nueva en materia de exploración y operación, que se consolida en los negocios de petróleo y gas. Esta compañía, fundada hace 17 años en varios países de América Latina, opera hace ocho en Colombia. Desde entonces no ha dejado de crecer. Tuvo uno de sus momentos de gloria el año pasado, cuando produjo 75.000 barriles al día con un crecimiento del 9 por ciento.

Marcela Vaca, directora general de GeoPark, ha liderado la petrolera desde sus inicios en Colombia. En poco tiempo ha logrado posicionarla entre las de mejores resultados financieros, pero también por su fortaleza en temas de inclusión. Además, puede dar cátedra por la manera como han sorteado la pandemia.

Con la compra el año pasado de Amerisur Resources, por unos 314 millones de dólares, se amplió también en 13 bloques de exploración en Putumayo y los Llanos. La meta es llegar a producir 100.000 barriles de petróleo equivalentes por día. Esto puso a GeoPark en el ojo de muchos expertos, pues la convirtió en una de las compañías privadas con mayor producción diaria en Colombia, después de la estatal petrolera, Ecopetrol, y de Frontera Energy. Hoy, el bloque estrella para GeoPark es Llanos 34. Pero no es el único motivo de orgullo de esta petrolera. Para la presidenta de la compañía, entre los mayores logros también está la expansión que han logrado gracias a los procesos licitatorios desarrollados por la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Basan su éxito en mantener una visión exploradora y fresca, pero también en romper con la burocracia. La ejecutiva destaca que cuentan con un equipo que incluye personas con toda la experiencia, pero también tienen jóvenes con grandes responsabilidades sobre sus hombros. Esta suma de experiencias les ha permitido replantear la geología y descubrir los yacimientos de Llanos 34. “No lo habríamos logrado de haber continuado con la visión geológica de las demás compañías”, apunta.

La meta de GeoPark es llegar a producir 100.000 barriles de petróleo equivalentes por día. En GeoPark, la diversidad forma parte de su ADN. Por la concepción misma de la empresa, trabaja con personas de varias edades y culturas. Cuando en Colombia apenas empezaban a hablar de la inclusión y de las cuotas de género, en la compañía se dieron cuenta de que el 40 por ciento de sus directivos ya eran mujeres, mientras que en la mayoría de las empresas del sector la participación femenina apenas llega al 17 por ciento. Quizás en otras empresas no se encuentran tan fácilmente, en un proyecto petrolero, personas de tres nacionalidades distintas como ocurre en esta compañía. “Eso hace que abras tu mente”, anota Marcela Vaca. Por eso, buscan perfiles con base en la capacidad del aspirante, independientemente de condiciones como las edades, el género o la cultura. La directora de esa compañía cuenta que personalmente nunca ha sentido discriminación de sus colegas o en el sector en general. Sin embargo, reconoce que eso no significa que otras mujeres no lo vivan. Cree que en el marco de la pandemia las mujeres seguramente estarán a cargo de cuidar a las personas enfermas o a los menores que estudian en casa. Eso hará necesario lograr mayor colaboración de los hombres, también más flexibilidad de las empresas para que la pobreza por género no se siga propagando y que las mujeres puedan mantener sus trabajos. En eso están trabajando.

Pero no solo se ha empeñado en ese tema para avanzar en medio de la pandemia. Hace unos días, GeoPark obtuvo el sello Safeguard de Bureau Veritas, que reconoce las buenas prácticas, estándares en bioseguridad y la implementación de los protocolos para prevenir la covid-19. Precisamente la diversidad de conocimientos de su empresa ha servido para adoptar las mejores prácticas de los otros países donde opera y así tener un protocolo más completo. Cuenta con un comité de prevención del virus y consiguió pruebas para hacérselas a todos sus empleados. Además, los ha provisto de máscaras, tapabocas, guantes y otros implementos para mantener la seguridad en campo. En estos meses de pandemia no han tenido ningún incidente. Para enfrentar la crisis generada por la covid-19, en GeoPark lograron además reducir sus costos operacionales en casi 25 por ciento. Como el recurso humano es una prioridad, mantuvieron a todo el personal y están retomando el trabajo con los contratistas que había quedado suspendidos.

A algunos de los empleados les dieron vacaciones, pero no permitieron que tomaran todos los días, “pues no podrían disfrutarlas”. También aseguraron líneas de crédito para lo que viene. Hoy están en 85 por ciento de la producción que tenían antes de la pandemia. Para el futuro esperan seguir sacando provecho de los bloques exploratorios y también continuar los proyectos de gestión del conflicto y socio-laboral. “Nosotros queremos ser los mejores vecinos de las comunidades y creo que lo hemos logrado porque en estos últimos cinco años no hemos tenido ningún bloqueo y eso es un caso único”, celebra su directora. Ahora tienen el reto de llegar a Putumayo. Ya han hecho presencia en zonas afectadas por el conflicto y considera que la clave ha sido el compromiso con el desarrollo de esos municipios. A Marcela Vaca le preocupa qué van a dejar cuando terminen los 28 años de concesión. Por ahora, le siguen apostando a educar el 32 por ciento de sus empleados no profesionales, a los planes de desarrollo de los municipios y a los estudios sobre la biodiversidad del país.