Afrontar una separación con hijos de por medio se puede convertir en todo un reto. Pero, no es imposible hacerlo de manera sensata para evitar causar dolor a esas personas que, en su momento, llegaron a fortalecer el amor dentro del hogar, dando paso a nuevas experiencias y desafíos llenos de aprendizajes.
Sin duda alguna, separarse es una de las decisiones más complicadas que puede enfrentar una pareja que, tras un largo tiempo de estar juntos, lograron formar una familia. Sin embargo, cuando se analiza y se considera que es la mejor solución para prevenir conflictos, no hay que esperar para empezar a tomar caminos diferentes.
No obstante, lo más difícil no está en la postura que toman los dos principales implicados en esta unión, sino los hijos que están en medio y para quienes, un divorcio puede llegar a ser una situación bastante traumática.
Aún así, cuando las cosas se hacen bien, los niños suelen ajustarse a su nueva realidad con tranquilidad y en poco tiempo, comprendiendo que, desde espacios distintos, sus padres siempre estarán presentes y, precisamente, por su bienestar la separación era la mejor opción para continuar como familia, desde una perspectiva distinta.
De hecho, es un error que una pareja se vea atrapada a un sentimiento que ya no existe poniendo a sus hijos como ‘escudo’, pues en realidad cuando ya no encuentran sentido como pareja, lo mejor es tomar rumbos diferentes, eso sí sin necesidad de crear un ambiente tóxico con fuertes discusiones, falta de amor y de comunicación para los menores.
“Lógicamente depende de la edad de los niños. No es lo mismo si son muy pequeños, si están en edad infantil o en la adolescencia. En términos generales, puede provocar ira, odio, frustración, miedo, inseguridad, ansiedad, tristeza, culpa, abandono, confusión, negación, amenaza”, explica el psicólogo infantil Antonio Labanda en declaraciones citadas por La Vanguardia.
Aunque suena tormentosa la idea de ‘destruir la familia’, sí es posible conseguir una ruptura saludable y manejar el cambio con positivismo, todo esto teniendo en cuenta varias claves como el respeto y trato cordial.
No insultar ni hablar mal del otro frente a los hijos es fundamental para no afectar sus sentimientos y, contrario a ello, conseguir que normalicen la situación lo antes posible desde la calma.
También resulta indispensable hablar con los hijos, explicarles lo que sucede y brindarles seguridad frente a la decisión que se toma, siempre desde la honestidad y el amor con la intención de eliminar cualquier confusión o duda que tengan al respecto.
No perder el contacto con ninguno de los dos progenitores es esencial para no afectarlos, pues no es fácil pasar de compartir todo el tiempo juntos, a dividir espacios, horarios y actividades que antes hacían en familia. “Siempre hay que decirles que ellos estarán presentes, que seguirán siendo sus padres, que los quieren”, indica el psicólogo.