El abono o fertilizante es una sustancia, orgánica o inorgánica, que se utiliza con el objetivo de enriquecer las propiedades y la calidad del suelo en el que se cultivan las plantas, teniendo en cuenta que este puede perder sus nutrientes con el paso del tiempo y a raíz de esto empieza a necesitar un aporte extra para continuar su desarrollo de manera óptima.
En este sentido, con los abonos se aumenta la capacidad que posee naturalmente el suelo para absorber distintos elementos nutritivos y, de este modo, brindar varios beneficios en el desarrollo adecuado de las suculentas para que luzcan siempre sanas y sin límites a la hora de florecer.
No obstante, estos dos tipos de abonos hacen dudar a los amantes de las plantas, ya que no saben cuál podría ser el mejor de acuerdo a las necesidades que requieren cubrir y pueden pasar por alto que según el que se elija existe un modo de empleo diferente.
De esta manera, el fertilizante adecuado no solo ayudará a prevenir la deficiencia de nutrientes del suelo, sino también a reducir el impacto ambiental y ahorrar dinero al agricultor, entre otros aspectos relevantes.
Una de las diferencias más destacadas entre abonos orgánicos e inorgánicos está que, en el caso de los segundos, son preparados a base de roca y minerales, los cuales se forman a partir de procesos físicos y químicos, mientras que para los primeros su origen radica de materias primas naturales que provienen de animales, vegetales u otro tipo de fuentes orgánicas.
Por esta razón, en el sitio web Coas Colombia afirman que este tipo de abono orgánico es el mejor a la hora de garantizar el desarrollo eficiente de las plantas, evitando medios industriales que pueden ser nocivos para el ambiente, por lo que los describen como una “fuente de vida bacteriana del suelo”.
¿Cómo hacer abono casero orgánico?
Algunos de los abonos orgánicos más recomendados para el crecimiento de las plantas son el estiércol, bien sea de gallinas, cabras o conejos, por su contenido de nitrógeno y su facilidad de añadir directamente al suelo. También están las pieles de plátano, cáscaras de huevo, los posos del café, la orina humana y hasta humus de lombriz, pero para que sea efectivo es importante seguir los siguientes pasos:
- Realizar unos agujeros en la superficie del recipiente que se va a usar.
- Colocar dentro del mismo 4 o 5 dedos de tierra, según el contenedor.
- Añadir todos los desechos orgánicos que se logren acumular, excepto los que son procedentes de algún producto animal.
- Tapar con un poco más de tierra.
- Remover bien con ayuda de una pala cada dos semanas aproximadamente, esto con el objetivo de llevar los restos que están abajo a la superficie y viceversa.
Luego, comenzarán a aparecer gusanos, moscas de la fruta y otros insectos en el abono, lo cual es una señal de que el proceso de descomposición se está produciendo y cuando la tierra adquiera un aspecto negro, grumoso y la materia orgánica esté totalmente descompuesta, es momento de aplicar en el jardín o el huerto.