La menta es una de las plantas aromáticas con más presencia en los hogares. Se dice que tiene muchas propiedades que generan algunos beneficios para el organismo, pero además es utilizada como aderezo para dar frescura e intensidad a algunas preparaciones gastronómicas.
Si bien se trata de una planta muy parecida a la hierbabuena, no es lo mismo. La menta tiene el nombre científico ‘Mentha piperita’, posee un olor y sabor más fuerte que la hierbabuena, a la que se le conoce como ‘Mentha spicata’.
Esta planta es usada en culinaria y para fines medicinales porque posee acción analgésica, antiespasmódica y afrodisíaca. En la cultura popular se le atribuyen bondades relacionadas con la digestión y con el control de las náuseas.
Además, es una mata que tiene acción antiparasitaria, siendo útil para aliviar los síntomas y combatir la infección por parásitos, como amebiasis y giardiasis, por ejemplo.
Propiedades medicinales
Es una planta a la que se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, expectorantes, antisépticas, analgésicas, antibacterianas o antitusivas, entre otras. Está compuesta principalmente por agua, fibra y minerales como el calcio, potasio, cobre o magnesio, además de vitaminas A, B, C y D. A esto se suma que contienen un muy bajo nivel de grasa y de carbohidratos.
Dado que resulta una planta útil en el hogar, cultivarla es una buena opción para tener su disponibilidad permanente. Para ello solo se requiere plantarla en el suelo del jardín, pues de esta forma puede crecer grande y densa, aunque también puede tenerse en matera.
De acuerdo con el portal Ecología Verde, para que esta planta crezca y sus hojas se mentengan verdes y frescas es importante sembrarla en un lugar que tenga una buena iluminación que permita su crecimiento. El desarrollo de la planta necesita el aporte de nutrientes de manera constante, por lo que es importante seleccionar un buen abono orgánico o lo más natural posible. Lo recomendable es mantenerla a una temperatura entre 15 ºC y 20 ºC durante la primera etapa de su desarrollo.
La importancia del riego
Al ser una planta amante del sol, la menta requiere de un riego constante, por lo que se debe aplicar agua al menos cada segundo día, pues si pasan más de dos días o tres sin regarla, inmediatamente sus hojas se pondrán marchitas.
Es importante hacer seguimiento para que las plagas no la ataquen y por ello se debe revisar a diario o al menos cada dos días.
Dado que el crecimiento de la menta se da en muchas ocasiones de manera horizontal, es importante la poda para controlar el tamaño, especialmente si está en una maceta y aprovechar para sanearla quitando algunas hojas, lo que favorecerá el crecimiento de nuevos brotes y la aparición de próximas floraciones.
Normalmente, esta es una planta que florece a principios del verano, momento que se puede aprovechar para cortarla y dejarla con unos cinco centímetros por encima del suelo de la maceta y así vuelva a crecer. Con el uso de fertilizantes y riego se puede mantener en una buena condición; aunque con el frío puede que sus hojas mueran, pero sus tallos subterráneos permanecen y se desarrollan una vez pasada la temporada de invierno.