Hervir leche en ocasiones puede convertirse en un dolor de cabeza. Con frecuencia este líquido, que tantas personas consumen, se riega en el momento de hervirla, causando molestias porque no solo hace que la olla en la que se cocina se queme, sino que también causa afectaciones a otras partes de la cocina como la estufa.
Es frecuente que la leche se riegue porque además de proteínas, vitaminas y minerales, este alimento contiene nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono. Al calentarla, la concentración de gas carbónico tiende a aumentar, lo que origina la aparición de pequeñas burbujas de aire que se mueven hacia la superficie del recipiente.
Se dice que las proteínas disueltas en la leche impiden que estas bombas aumenten de tamaño, al recubrirlas de una película resistente y elástica, la llamada capa de nata. Cuando el líquido entre en ebullición, las burbujas chocan entre sí hasta romper la película que las aprisiona. Esto hace que la leche se riegue.
Cuando esto ocurre, es posible que la olla se queme, lo que genera dificultad para limpiarla y para lograrlo y dejarla como nueva se puede recurrir a algunos trucos caseros, que también ayudan a eliminar el producto que se queda pegado en el fondo del recipiente.
Vinagre para el quemado de las ollas
Una de las formas más tradicionales para quitar estos residuos es con vinagre. El ácido acético de este producto ablanda los restos orgánicos, además de quitar el olor a quemado. Sin embargo, es posible que este método no sea suficiente cuando el grado de producto pegado es muy grande y se torna difícil de retirar.
En este caso, de acuerdo con el portal Directo al Paladar, la mejor manera de limpiar los restos quemados de una olla es recurrir a la lejía. Solo se debe cubrir la parte quemada con agua y echar un pequeño chorro de lejía, llevarla a ebullición y dejar que actúe durante unos tres minutos hasta que desaparece la capa de negritud. Se deja que el agua enfríe un poco y se frota con un estropajo suave.
Bicarbonato
Así mismo, de acuerdo con el portal El Muebele, el bicarbonato de sodio es otro potente blanqueador. Se requiere de una cucharada sopera de este ingrediente por cada litro y medio de agua.
Se pone a calentar agua en la olla a fuego medio, se espera a que hierva, se añade el bicarbonato, se remueve para que se disuelva y se deja que siga hirviendo unos minutos más. Luego se retira del fuego, se deja reposar y se limpia tanto por dentro como por fuera para quitar el material pegado generado por la leche quemada.
Otra alternativa para cumplir con este objetivo es la sal. Para ello, se vierte en la olla dos o tres dedos de agua con dos cucharadas de sal. Se deja reposar media hora y luego se frota. Si se evidencia que no está lo suficientemente blanca la capa ennegrecida, se pone la cacerola en el fuego con el agua con sal y se deja que hierva. Cuando se enfríe se frotan todas las partes afectadas.
Por último, frotar un limón también puede funcionar. Después se lava la olla con el estropajo y se repite hasta que la superficie quede brillante.