El Evangelio de este 15 de agosto invita a reflexionar sobre la asunción de la Virgen María y de lo que realmente significa el hecho de subir en las Escrituras.

Es así como este hecho tiene que ver con el servicio al próximo y la alabanza a Dios, pues “cuando nos agachamos para servir a nuestros hermanos y hermanas es cuando realmente subimos, es el amor lo que eleva la vida. Nosotros vamos a servir a nuestros hermanos y hermanas y por este servicio vamos subiendo”, se asegura desde El Vaticano.

El Evangelio de hoy invita a reflexionar sobre la asunción de la Virgen María y de lo que realmente significa el hecho de subir en las Escrituras. | Foto: Getty Images

Lecturas para hoy, 15 de agosto

Lectura del libro del Apocalipsis. Apoc 11, 19; 12, 1-6. 10

“Se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y a punto de dar a luz y gemía con los dolores del parto”.

“Pero apareció también en el cielo otra figura: un enorme dragón, color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Después se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo, en cuanto éste naciera”.

“La mujer dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue llevado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios”.

“Entonces oí en el cielo una voz poderosa, que decía: ‘Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías’”.

“Se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se vio el arca de la alianza(...)". | Foto: Getty Images

Evangelio del día de hoy, 15 de agosto

Lectura del santo evangelio según san Lucas. Lc 1, 39-56

“En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno”.

“Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: ‘¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor’”.

“Entonces dijo María: ’Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava’”.

“‘Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen’”.

“‘Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada’”.

“‘Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre’'.

“María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa”.