El huevo es uno de los alimentos no solo más populares y económicos, sino también con un gran aporte de proteína. Es un producto con un importante contenido nutricional, pues es una buena fuente de ácidos grasos omega-3, vitaminas y minerales, además de otros compuestos.
De acuerdo con el Instituto de Estudios del Huevo, la proporción entre los ácidos grasos saturados e insaturados del huevo es nutricionalmente recomendable y es uno de los productos de origen animal con mejor composición grasa.
El huevo es una buena fuente de colina, nutriente que se encuentra en la yema, el cual es importante para la formación y el funcionamiento normal del cerebro y el sistema nervioso, a la vez que previene el deterioro cognitivo que se relaciona con el envejecimiento. En el caso de las mujeres gestantes y lactantes, se dice que requieren un aporte suficiente de colina para el desarrollo del bebé.
La clara y la yema
Este es un alimento que está compuesto de yema y clara; las cuales son diferentes en su composición y en sus propiedades. La clara se caracteriza por ser principalmente agua (88%), tiene proteínas y prácticamente no contiene grasas. Por su parte, la yema tiene menos agua (menos del 50%), más proteínas, pero también una parte importante de grasas.
Por estas razones, las partes del huevo son usadas con diferentes propósitos y para la elaboración de distintas recetas. Por ejemplo, la clara al batirse incorpora aire y forma una espuma a la que se le llama merengue. Esto es debido a la presencia de albúmina, y no sucede en la misma medida con la mezcla de clara y yema, y mucho menos solo con la yema.
En otras preparaciones no se requiere de la albúmina, pero sí de las grasas que contiene la yema, por ejemplo, por lo que en muchas ocasiones se hace necesario separarlas para poder aprovechar de mejor manera sus características y propiedades.
Sin embargo, no siempre esta resulta una tarea fácil, pues es posible que la yema se rompa y termine mezclada con la clara. Para sacar este propósito adelante y no morir en el intento, hay algunos trucos caseros que pueden resultar de utilidad y estos son dos de ellos.
Al primero se le conoce como el truco de la botella. Para ello se requiere de una botella de plástico y lo primero que se debe hacer es romper el huevo y echarlo en un bol. Luego, se acerca la boca de la botella a la yema y se aprieta la botella con el fin de que absorba esta parte del huevo. Luego se pone la yema en un recipiente aparte y se usa para lo que se requiera.
Otra alternativa, según el portal Gastrolab, es usar una cuchara sopera. Para ello, tan solo se requerirá pasarla por debajo de la yema y con mucho cuidado retirarla, para colocarla en otro recipiente. Esta es una forma sencilla y aunque es posible que al principio se dificulte un poco, con la práctica este será un trámite muy fácil de realizar.