La piña es una fruta que despierta tanto amor como desagrado debido a su sabor y textura particulares. Una de sus características distintivas es su notable acidez, la cual puede causar irritación y llagas en la boca y la lengua. Además, se ha difundido el mito de que puede ocasionar problemas digestivos, como acidez estomacal.
No obstante, según el portal Mejor con Salud, la piña es una fuente rica en minerales, vitaminas y antioxidantes, elementos esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. Los expertos destacan su alto contenido en vitamina C, la cual fortalece el sistema inmunitario y reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo.
Asimismo, el consumo regular y natural de piña estimula la producción de colágeno, mejorando la cicatrización de heridas y otras afecciones cutáneas.
En resumen, los beneficios que esta fruta aporta al cuerpo son variados. Sin embargo, aunque es apreciada por muchas personas, pelarla puede resultar complicado. Por lo tanto, es útil tener en cuenta algunas prácticas que faciliten el proceso de limpieza de esta fruta tropical.
La forma correcta de pelar la piña
Para empezar, es importante tener en cuenta que la piña se clasifica en varios tipos que varían en sabor, tamaño y precio. Sin importar cuál elija, saber cómo pelarla le permitirá disfrutar al máximo de todas las propiedades de este fruto amarillo.
Por lo general, al consumir piña, lo primero que se hace es quitar la cáscara para luego cortarla en rodajas. Aun así, existe un truco que resulta mucho más sencillo y práctico.
Antes de comenzar, asegúrese de tener las manos limpias para evitar la contaminación cruzada por bacterias y virus. Luego, retire la corona de la piña, ya que no se necesita. Asegúrese de que el cuchillo esté bien afilado para mayor comodidad.
Después, necesitará una tabla de cortar para apoyar la fruta y poder cortarla. Empiece por quitar la parte superior e inferior para luego cortar la piña por la mitad y dividirla en cuatro partes. Una vez hecho esto, retire el corazón y, con ayuda del cuchillo, vaya quitando la cáscara de cada trozo.
Finalmente, solo queda cortar las rodajas del tamaño deseado. Esta fruta tradicional se puede consumir de diversas formas, como jugos, batidos, ensaladas a la parrilla, entre otras opciones.