Durante mucho tiempo, los expertos han señalado la importancia de mantener buenos hábitos, no solo para llevar un estilo de vida saludable, sino para potenciar la productividad en las actividades cotidianas. Los hábitos están relacionados con la inteligencia, ya que reflejan los patrones de pensamiento, la autorregulación y la manera en que las personas abordan sus metas y desafíos en la vida diaria.
Los hábitos incluyen actividades automáticas que una persona realiza con frecuencia, como leer, resolver problemas, planificar o reflexionar. Estas prácticas evidencian la manera en que una persona organiza su pensamiento y gestiona sus recursos mentales, además de facilitar el enfrentamiento eficiente de situaciones recurrentes. Aquellos individuos con hábitos orientados al aprendizaje, la curiosidad y la planificación suelen demostrar una mayor capacidad para resolver problemas, adaptarse a los cambios y desarrollar el pensamiento crítico.
De acuerdo con algunos expertos, los grandes líderes tecnológicos suelen mantener hábitos que se asocian con la inteligencia por diversas razones. Estos hábitos no solo son consecuencia de su estilo de pensamiento, sino que funcionan como herramientas que refuerzan sus habilidades cognitivas, su capacidad para resolver problemas complejos y su creatividad.
Ejemplos de estos individuos incluyen a figuras como Einstein, Steve Jobs y Elon Musk. Aunque estos hábitos puedan parecer simples costumbres, en realidad son señales de una inteligencia destacada.
Según varios medios internacionales, las personas consideradas superdotadas comparten una característica en común: tienden a preferir el trabajo en solitario, mostrando poco interés por el trabajo en equipo.
En el estudio Inteligencia emocional e hipersensibilidad emocional en personas superdotadas, realizado por el Instituto Karolinska en Suecia, se concluye que las personas con altas capacidades procesan la información sensorial de manera más profunda. Por esta razón, estar en espacios ruidosos o concurridos puede resultarles incómodo o incluso molesto.
El estudio menciona un estereotipo comúnmente asociado con la superdotación: la hipersensibilidad. Este concepto, definido por Aron y Aron (1997), se refiere a una mayor sensibilidad sensorial (visual, auditiva, olfativa, entre otras) y emocional.
Según el estudio, “la hipersensibilidad es una diferencia innata denominada sensibilidad de procesamiento sensorial, la cual puede evaluarse mediante el cuestionario Escala de Personas Altamente Sensibles (HSPS). Este cuestionario mide la percepción ante la estimulación sensorial, las emociones, los rasgos de personalidad relacionados y las conductas asociadas”.
Por otro lado, se encuentra el hábito de morderse las uñas. Aunque comúnmente se relaciona con la ansiedad, ciertos trastornos o incluso con una simple manía, el estudio El impacto de las emociones en las conductas repetitivas centradas en el cuerpo: evidencia de una muestra de personas que no buscan tratamiento revela que quienes tienen este hábito podrían considerarse perfeccionistas, una característica común en individuos con altos niveles de inteligencia.
Según este estudio, “las personas con este estilo de planificación desadaptativo intentan ser productivas en todo momento, a menudo estableciendo estándares poco realistas e intentando hacer demasiado a la vez. En consecuencia, son susceptibles a la frustración.” Además, tienden a ser individuos obsesivos con la productividad, lo que refleja una búsqueda constante de perfección y control en sus acciones.
Finalmente, otro rasgo asociado es el hábito de hablarse a sí mismos. Esta práctica, lejos de ser una señal de aislamiento, les resulta útil para organizar sus pensamientos y resolverlos. Las personas con alta inteligencia suelen tener mentes activas y complejas, por lo que verbalizar sus procesos mentales les permite ordenar la información, tomar decisiones y encontrar soluciones con mayor claridad.