En Colombia y en algunos países del mundo, este 7 de diciembre marca el inicio de las celebraciones navideñas, con la llegada del Día de las Velitas. De hecho, esta festividad tiene sus raíces en la celebración católica del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Dentro de las creencias de la Iglesia Católica, el dogma de la Inmaculada Concepción señala que la Virgen María fue concebida sin mancha de pecado original. Por ello, esta es una recomendación para agradecer en la oración:
Oración a la Inmaculada Concepción
Oh, madre Inmaculada, reina de nuestro país, abre nuestros corazones, nuestros hogares y nuestra tierra a la venida de Jesús, tu divino hijo. Con él, reina sobre nosotros, oh señora celestial, tan pura y tan brillante con el resplandor de la luz de Dios brillando dentro y alrededor de ti.
Libéranos contra los poderes del mal, puesto en arrebatar el mundo de las almas, redimidos a tan gran costo por los sufrimientos de tu Hijo y de ti misma, en unión con él, de ese mismo Salvador, que nos ama con infinita caridad.
Nos reunimos en torno a ti, casta y santa madre, Virgen Inmaculada, patrona de nuestra amada Tierra, decidida a luchar bajo tu estandarte de santa pureza contra la maldad que haría de todo el mundo un abismo de maldad, sin Dios y sin tu amado maternal cuidado.
Consagramos nuestros corazones, nuestros hogares, nuestra Tierra, a tu purísimo Corazón, oh gran Reina, para que el reino de tu hijo, nuestro redentor y nuestro Dios, se establezca firmemente en nosotros. No te pedimos ningún signo especial, dulce madre, porque creemos en tu gran amor por nosotros y depositamos en ti toda nuestra confianza.
Prometemos honrarlo por la fe, el amor y la pureza de nuestras vidas de acuerdo con tu deseo. Reina, pues, sobre nosotros, Virgen Inmaculada, con tu Hijo Jesucristo. Que su divino corazón y tu casto corazón sean siempre entronizados y glorificados entre nosotros. Usa tus hijos de América como tus instrumentos de paz entre los hombres y las naciones.
Obra tus milagros de gracia en nosotros para que seamos gloria de la Santísima Trinidad, que nos creó, redimió y santificó. Que tu valiente esposo, San José, con los santos ángeles y santos te ayude y a nosotros a “renovar la faz de la tierra”. Luego, cuando nuestro trabajo haya terminado, ven, Santa Madre Inmaculada, y como nuestra reina victoriosa, condúcenos al reino eterno, donde tu hijo reina por siempre como Rey. Amén.