La leche es un alimento muy completo, fuente de energía, proteínas y grasa, además de ser rico en vitaminas y minerales.
De hecho, el portal portugués de salud, nutrición y bienestar Tua Saúde reveló los principales beneficios de consumir leche:
- “Prevenir la osteoporosis y mantener la salud de los huesos, por ser rico en calcio, fósforo, magnesio, manganeso, zinc y contener vitamina D.
- Favorecer el crecimiento de los músculos, por ser rico en proteínas.
- Mejorar la flora intestinal, por contener oligosacáridos, nutrientes que son consumidos por las bacterias benéficas del intestino.
- Mejorar el funcionamiento del sistema nervioso, por ser rico en vitaminas del complejo B y en omega-3.
- Ayudar a controlar la presión alta y disminuye el riesgo de infarto, por ser rico en aminoácidos con propiedades antihipertensivas”.
Ahora bien, es clave indicar que la leche de vaca puede clasificarse según su contenido de grasa, pudiendo ser: entera o completa, donde se mantiene la grasa que contiene naturalmente, conteniendo 3,25 % de grasa; semidesnatada o semidescremada, cuando parte de la grasa es retirada, conteniendo alrededor de 1 % de grasa; desnatada o descremada, cuando la industria retira casi toda la grasa de la leche, conteniendo 0,5 %.
Entre tanto, hay que indicar que hay otro tipo de leche y es la deslactosada, y esta es procesada para que se reduzca o se elimine la lactosa. Este tipo de leche es ideal para las personas que son intolerantes a la lactosa
Los síntomas de la intolerancia a la lactosa se presentan frecuentemente de 30 minutos a dos horas después de consumir productos lácteos y estos pueden ser peores cuando se consumen grandes cantidades. En consecuencia, los síntomas incluyen: distensión abdominal, cólicos abdominales, diarrea, gases (flatulencia) o náuseas. Por ello los intolerantes a la lactosa deberían evitar su consumo. Además, la leche de vaca no debe ser consumida por niños menores de un año de edad.
Por tal razón, al igual que con cualquier alimento o suplemento que se quiera incluir en la dieta diaria, es importante consultar al médico tratante o a un nutricionista sobre cuál es la mejor manera de consumir.
También es necesario consultar si las condiciones médicas ya existentes no son un impedimento para beneficiarse de todas las propiedades de los alimentos ya nombrados, pues la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.
Por su parte, hay señalar que, como cualquier alimento, la leche puede provocar enfermedades por factores como la contaminación y el crecimiento de patógenos, los aditivos químicos, la contaminación ambiental y la descomposición de los nutrientes que pueden afectar la calidad de la leche.
Esta bebida puede contener microorganismos nocivos como salmonella, escherichia coli O157:H7, listeria monocytogenes, staphylococcus aureus, yersinia enterocolitica, bacillus cereus, clostridium botulinum, mycobacterium bovis, brucella abortus y brucella melitensis.