La actividad física es uno de los mejores hábitos para gozar de buena salud. Los beneficios que trae son ilimitados y contribuyen a cualquier grupo poblacional. En pocas palabras, es recomendado realizar ejercicio sin importar la edad, etnicidad, habilidades, forma o tamaño corporal.
Cuando una persona desea iniciar una rutina de ejercicio, se debe tener en cuenta que no puede iniciar con ejercicios difíciles, por lo que puede lesionarse con facilidad. En cambio, es fundamental arrancar con calma y, a medida que el cuerpo reacciona a la actividad, se puede ir aumentando la intensidad.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalan que los mejores ejercicios para iniciar una rutina son los aeróbicos moderados, debido a que son seguros para las personas y permiten mejorar el estado físico en poco tiempo.
A nivel general, los beneficios del ejercicio son bastantes, pero los más destacados son: mejorar la salud cerebral, regular el peso corporal, reducir la vulnerabilidad ante enfermedades, fortalecer huesos y músculos, y mejorar la motricidad.
Las ventajas del ejercicio pueden ser inmediatas o prolongadas, dependiendo de la necesidad de las personas. Por ejemplo, cualquier rutina física que se realice, ya sea corta o de alta intensidad, indudablemente tendrá efectos positivos en la salud mental, debido a que fortalece las conexiones neuronales.
En ese orden de ideas, adoptar un hábito de actividad física diaria implicará en el futuro un mejor desarrollo cognitivo, lo cual ayuda a reducir el riesgo por depresión, ansiedad y mejorar el descanso en las noches.
Por otro lado, un beneficio a largo plazo es bajar kilos de más. La dieta y el ejercicio contribuyen convergentemente a mantener el peso estable, eliminando la acumulación de grasa e impidiendo el retorno de la misma.
Las calorías son el peor aliado del peso, por lo que una alimentación balanceada impide que este compuesto contribuya en acumular grasa. Por lo tanto, los expertos indican que es importante balancear las calorías y eliminar los excedentes mediante la actividad física.
Una rutina, mínimo, de 150 minutos por semana de manera moderada reduce considerablemente los riesgos de padecer una complicación de corte cardiovascular, por el hecho que mantener la presión sanguínea y los niveles de colesterol en los estándares impide la acumulación de grasa en pro de liberar los canales vasculares.
Por si fuera poco, los expertos aseguran que está comprobado el beneficio del ejercicio en la reducción de la diabetes. El síndrome metabólico es uno de los causantes de esta condición y se desarrolla gracias a la grasa corporal ubicada en la cintura. Como la actividad física la elimina, reduce la probabilidad de padecer una complicación de ese modo.
Ahora bien, teniendo en cuenta estos atributos, una de las preguntas que se hacen las personas que desean iniciar en un estilo de vida saludable radica en el balance entre la comida y el ejercicio; es decir, en saber cuánto tiempo se necesita distribuir la alimentación con la actividad física.
La respuesta la tiene Clínica Mayo. Sus investigadores aseguran que, para el caso de los carbohidratos, la recomendación es comerlos antes del entrenamiento (dos horas antes), debido a que permiten entrenar más tiempo y a una intensidad mayor. En caso de ejercitarse con el estómago vacío, el cuerpo se sentirá más cansado y el grado de complicación será mayor.
Por otro lado, es importante deber de dos a tres tasas de líquido dos horas antes de iniciar el entrenamiento. Durante la actividad, se requiere tomar media taza cada 20 minutos y después del ejercicio, tomar tres tazas en poco tiempo para recuperar la hidratación perdida.