Cada día las personas buscan herramientas para enfrentar las relaciones que día a día van surgiendo, ya sea en el ámbito personal o en el laboral.
Es por eso que con frecuencia a medida que se van avanzando en las diferentes relaciones estas se van volviendo más familiares hasta el punto de permitir que se le coloquen apodos o sobrenombre a quienes comparten el mismo espacio.
El problema no está en el apodo que se le coloque a una persona, sino la intención que va detrás de ese sobrenombre, ya que puede afectar en gran medida la personalidad y la forma de relacionarse.
Los sobrenombres en pareja
La psicología se ha encargado de estudiar el efecto que tienen estos apodos en las relaciones amorosas y si en realidad se convierten en una herramienta para vivir en armonía con la pareja que se tiene.
Francesca Tighinean, psicóloga experta en el análisis de los apelativos cariñosos, habla sobre el tema y concretamente sobre el término anglosajón ‘the one’. La traducción de este podría ser algo así como el único, el indicado o palabras similares.
Con esto se refiere al hecho de que en muchas ocasiones este término es un indicador del estado de obsesión con la pareja. En este sentido, destaca la falsa creencia del amor romántico en cuanto a eso de “encontrar la persona adecuada para que todo lo demás empiece a encajar”. Es decir, que esto se traduce en el pensamiento de tener a tu lado a la persona que le da sentido a todo.
Entonces, cuando el apodo que se le pone a su pareja tiene que ver con este pensamiento, es un indicador de que la relación no es tan sana, pues crea una dependencia de un tipo de amor que no es real. En contraposición, cuando se hace por crear un tipo de relación más sólida y amorosa, los apodos pueden funcionar perfectamente, alimentando la relación que se está viviendo.
La psicóloga hace referencia a que muchas personas viven con la certeza de que buscando al indicado, alguien aparecerá para salvarles. “Esto no va a suceder porque la felicidad no comienza cuando comienzas una relación. Así es como se generan relaciones codependientes y tóxicas”, recalca la especialista.
Además, afirma que “este hecho puede llegar a ser muy peligroso porque es tan solo la punta del iceberg de la obsesión con otra persona”.
Lo que ocurre cuando se etiqueta con un apodo
De acuerdo con el portal vanguardia.com, cuando le ponemos un calificativo a alguien muchas veces acaba por ser su apodo.
Esto puede convertirse tanto en un aspecto positivo como en negativo, pues con el tiempo la persona termina por identificarse con ese apelativo.
Por ejemplo, las etiquetas negativas son aquellas que censuran. Contribuyen a un descenso bastante importante de autoestima. Entre este tipo de etiquetarse pueden encontrar aquellas que se han creado a partir de sus defectos.
Pero también están las que refuerzan las partes positivas. Según explica el sociólogo Chalo Flórez, “decirle al ser amado un apodo es para dejar en claro que no es cualquier persona, es especial. Con esto se crea intimidad, armonía y una respuesta positiva en la relación. Al hacer esto, las parejas cambian el significado de lo que son en términos de una relación, es decir, dejan de ser esa persona que todo el mundo conoce para ser alguien más para él”.
En resumen, los apodos en pareja deben agradar a ambos y no ser solo la decisión de uno de los dos, pues si en un momento no se siente bien con el sobrenombre no hay que disgustarse, simplemente tenga en cuenta que ese apodo hará parte de su personalidad y, por lo tanto, de la relación.