Mientras en Colombia el mayor opositor al gobierno le pone peros al Nobel de Paz, el crimen la niña Yuliana Samboní no para de estremecer a todo el país, y la Corte Constitucional alista un pronunciamiento del que depende el futuro inmediato del acuerdo de paz con las FARC, al otro lado del Atlántico, Juan Manuel Santos se ha convertido en una auténtica celebridad.Su presencia en Oslo para el tráfico. Por estos días, la calle Karl Johans gate, frente al Grand Hotel, donde se hospeda con todo lujo el mandatario y su numerosa comitiva, es el blanco de los reporteros locales, y el lugar donde los transeúntes se detienen, aguardando la salida del Nobel de Paz, como si de una estrella de rock se tratara.En imágenes: Así fue el concierto de Juanes en OsloLas noticias que llegan de Colombia parecen no tener eco en Noruega, mientras el presidente Santos, según confesó tras reunirse con la primer ministra noruega, vive los mejores días de su vida. Si en Bogotá es difícil verlo sonreír, en Oslo la felicidad no abandona su expresión.Desde el viernes, Santos no ha parado de salir en las primeras páginas de los diarios, en los noticieros locales. En tres días ha concedido más entrevistas que en los últimos dos meses en Colombia. Se ha reunido con los reyes, con el presidente del parlamento.Consulte: ¿Cómo se verá el Nobel de Santos con el paso del tiempo?Santos se despidió de un país que no ha parado de manifestarle su cariño desde que llegó, y que el mandatario colombiano lo sentirá como propio. Allí se instaló la mayor apuesta de su gobierno, allí puso todo su capital político, allí consiguió un lugar en la historia, de allí se marcha como Nobel de Paz.Consulte: ¿Por qué Juanes fue el elegido para cantar en la entrega del Nobel de paz?En el Telenor Arena de Oslo, un imponente coliseo, Santos se graduó de celebridad. Este domingo volvió a ser protagonista estelar, y alcanzó a robarle aplausos a dos artistas consagrados: Juanes, la cuota colombiana del cartel del concierto en homenaje al Nobel de Paz, y el exvocalista de Police, Sting, la gran estrella de la noche.Cerca de 9.000 personas llenaron las plateas y graderías. Tras casi una hora de concierto, Juanes apareció en tarima y le puso temperatura a la fría noche. Debutó en Oslo con ‘A Dios le pido’, canción con la que hizo levantar a los noruegos como un resorte de sus asientos, en buena parte porque querían imitar a la platea central, donde se encontraba Santos y sus invitados colombianos, que se pusieron de pies y aplaudían para acompañar al antioqueño. Con la ‘Camisa negra’ los noruegos parecían enloquecer.Fue el propio Juanes quien presentó y llamó tarima al Nobel. Santos apareció en el escenario y los asistentes volvieron a ponerse de pie para ovacionarlo. Confesó lo nervioso que se sentía. Tal vez nunca se había enfrentado a un escenario tan numeroso, y hasta dijo que si hubiera sabido de antemano que tendría que pararse allí enfrente se lo pensaría para aceptar el premio Nobel. Algo de ironía.La paz y la música, dijo Santos, van por caminos paralelos hasta que se encuentran. Recordó aquel concierto de Juanes y Miguel Bose en la frontera colombo venezolana para liberar la tensión de dos pueblos hermanos que hace unos años estuvieron a punto de la confrontación. Se llevó las manos al pecho y dijo que allí, en su corazón, se llevaba al pueblo de Noruega. Su confesión volvió a arrancar aplausos del auditorio. Ni en un sueño se habría imaginado de discurso en un concierto.Le sugerimos: ¿Qué viene después del Nobel de Paz?Y es que un sueño es lo que parece vivir el presidente Santos en Europa mientras Colombia atraviesa por horas cruciales. Un sueño del que, por el momento, no habrá noticia, ni buena ni mala, que logre despertarlo. Este lunes viajará a Estocolmo, Suecia, donde se entregarán los otros premios Nobel. Luego Bruselas, Madrid y Roma, donde se presentará como Nobel de paz ante el papa Francisco, y con el nuevo acuerdo de paz debajo del brazo.Mientras en Colombia sus opositores lo cuestionan, mientras los colombianos siguen estupefactos por el caso de la niña Yuliana Samboní, y mientras la guerrilla espera un pronunciamiento de la Corte Constitucional, Santos pasa los días como una auténtica celebridad. Eso sí, por ahora lejos de opacar a una estrella mundial como Sting, quien emocionó a noruegos y colombianos en el Telenor Arena.Texto y fotos, Rodrigo Urrego Bautista, Oslo.