Daniel Ortega llegó a la presidencia de Nicaragua como una reacción a la dinastía de los Somoza, cuya familia controló durante medio siglo los tentáculos del poder. Pues ahora resulta que Ortega no solo mete a la cárcel a sus posibles rivales, sino que ha conformado una dinastía familiar comparable a la del dictador. Como anotó Santiago Montenegro recientemente, sus hijos Laureano y Rafael son los directores de ProNicaragua, la empresa que maneja la inversión extranjera y el negocio de los combustibles. Su nuera Yarida es la presidenta del conglomerado que controla las bombas de gasolina en el país. A otros de sus hijos les adjudicó los canales de televisión, así como las principales emisoras de radio. Eso significa que el remedio acabó siendo igual o peor que la enfermedad.