En el libro La Venezuela que yo viví, María Ángela Holguín aprovecha para sacarse un clavo. Asegura que el equipo negociador del Proceso de Paz, salvo el general Naranjo, no le reconoció el aporte que ella hizo en momentos muy duros y cruciales. Ella estuvo 15 meses en La Habana y logró destrabar tres puntos muertos de los diálogos. 1) Las FARC pedían levantar 80 monumentos en todo el país. Ella contactó a las Naciones Unidas y finalmente quedaron en tres: uno al frente de este organismo en Nueva York, otro en Cuba y otro en Colombia. 2) También negoció con las FARC bajar las zonas veredales donde se concentrarían los guerrilleros, de 80 a 26 lugares. 3) Y la decisión de que una vez firmado el acuerdo, las FARC le entregarían a la ONU las armas en 180 días y no tendrían acceso a ellas. El silencio de sus colegas para ella se explicaba por “el ambiente complicado y tenso que se vivía en aquellos momentos”.