El presidente Petro, una vez más, guarda silencio ante funcionarios de su administración y militantes de su causa que incurren en violencias basadas en género. Las acusaciones contra Diego Cancino, e incluso las presuntas conductas misóginas del cónsul Andrés Hernández, no han ameritado una sola respuesta o rechazo del jefe de Estado. Y lejos de condenar los hechos, protege a Hollman Morris, quien sigue amasando poder, pese a nuevas denuncias. Las líderes feministas que lo acompañaron en campaña están decepcionadas.