El accidente que sufrió el industrial Carlos Ardila Lulle la semana pasada fue en la siguiente forma: después de una animada comida en su residencia de Medellín en honor de Pierre Levai, el marchant del pintor Fernando Botero, que duró hasta altas horas de la noche, Ardila madrugó a echarse un piscinazo como es su costumbre. Al bajar las escaleras de piedra que conducen a la piscina, se resbaló y rodo casi dos metros. Quedó con varias contusiones, unas costillas fracturadas y una lesión en la décima segunda vértebra cervical. Inmovilizado y con agudos dolores pidió ayuda, pero como la piscina es un poco retirada y todo el mundo estaba dormido a esa hora, no fue sino media hora después que una de las cocineras lo oyó y acudió en su ayuda. Inmediatamente llegaron los guardaespaldas y lo trasladaron a la clínica Soma de Medellín en donde inmediatamente se estableció que si bien las contusiones eran leves, la lesión en la vértebra era de cuidado. Como su avión particular no era adecuado para un vuelo en camilla, se comenzó a buscar un avión hospital para llevarlo a Miami. Ante las dificultades que se presentaron en este sentido, se optó por alquilar un jet 727-200 de Avianca, donde toda la sección de primera fue adaptada para transportarlo en compañía de sus familiares. Al llegar al Cedar Hospital de Miami se pensó en la posibilidad de operarlo esa misma noche, sin embargo, después de unos exámenes preliminares, se llegó a la conclusión de que la situación, aunque delicada, no era grave. Al día siguiente se decidió llevar a cabo una operación preventiva para evitar que en el futuro la vértebra lesionada pudiera afectar la médula. La operación duró 7 horas y el resultado fue satisfactorio. Para su rehabilitación total el industrial requerirá de unos 30 días de fisioterapia.