Dejó de ser un secreto que nuevamente se acabó la luna de miel entre el presidente Gustavo Petro y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Aunque ella votó por él y se adjudicó el triunfo cuando dijo “al fin ganamos” en la segunda vuelta, tanta dicha duró poco. Los intentos del Gobierno de tumbar el metro elevado empezaron a colmar la paciencia de la mandataria. Luego, en los diálogos vinculantes, ocurrió la catástrofe. La asistencia de público fue vergonzosa y se armó el escándalo en las redes sociales. Petro no asistió y ella se quedó con los crespos hechos. Pero le tocó hablar. Quienes estaban a su alrededor, dicen que salió furiosa del lugar y, desde entonces, las relaciones con el Gobierno se congelaron. Claudia tiene un problema: quiere ser presidenta y en un futuro podría necesitar a Petro. En cambio, él poco requiere de una alcaldesa que está de salida y con el desgaste natural a cuestas.