SEMANA encontró datos sorprendentes en las confesiones de los exmilitares colombianos capturados en Haití y que esta revista publicó en primicia. Se trata de la orden final que les dieron y que los mercenarios no acataron. Tenían que “limpiar la casa” (haciendo alusión a asesinar a todos los que estaban en la residencia del presidente Jovenel Moïse). También debían incendiar el lugar con gasolina después del crimen. Al recibir la macabra instrucción, habrían solicitado una reunión urgente con los jefes de la operación y con CTU (la empresa que resultó involucrada en el crimen).

Tras una fuerte discusión y ante la negativa de los exmilitares colombianos, se acordó que seguirían adelante y concertaron continuar con el plan inicial de “arrestar” al primer mandatario haitiano y conducirlo hasta el Palacio Presidencial, donde esperarían el nombramiento del nuevo presidente que les brindaría protección.

Sin embargo, el coronel (r) Carlos Giovani Guerrero Torres dijo en su confesión ante la justicia de Puerto Príncipe que si bien se negaron a matar a todas las personas que estaban en la madrugada del 7 de julio en la residencia presidencial, sí “tomaron la decisión de solo asesinar al señor presidente”.

La operación del magnicidio empezó 24 horas antes de ser ejecutado.