En el Congreso se ha vuelto costumbre que las sesiones se citan a una hora, pero empiezan mucho más tarde, debido a que los congresistas no llegan a tiempo. SEMANA tuvo acceso a las actas de la Secretaría General de la Cámara y se encontró con un hecho indignante: más del 30 por ciento de los parlamentarios llega una y hasta dos horas tarde a las sesiones. Por ejemplo, a la sesión plenaria del 13 de septiembre de este año, 54 de los 181 representantes llegaron más de una hora tarde. Hay casos insólitos, como el de cuatro congresistas que se presentaron tres horas después de la hora citada. El 14 de septiembre la historia se repitió: 53 tuvieron un retraso de más de una hora. Esto en cualquier empresa llevaría a una purga general. ¡Trabajen, vagos!