No es secreto la cercanía de la senadora Paloma Valencia con el expresidente Álvaro Uribe. Lo suficiente para que a finales de 2021 la aguerrida congresista considerara no lanzarse nuevamente al Congreso porque una lista abierta, en la que cada candidato se tiene que conseguir sus votos, estrechaba aún la opción de repetir una curul.
Sin embargo, el propio Uribe, después de varios encuentros, logró convencerla. Ante el retiro del Congreso de María del Rosario Guerra, José Obdulio Gaviria y Ernesto Macías, entre otros gladiadores del uribismo, el partido no podía quedarse sin una de las mujeres que más defiende la política de seguridad democrática y la derecha en el país.
Fuentes cercanas a Uribe confirman que el exmandatario tiene entre sus planes convertir a Valencia en una importante líder política del país. Incluso, ayudarle a que cristalice su sueño de ser presidenta de Colombia.
El aprecio entre ambos es evidente. Valencia ha acompañado en sus giras por las ciudades a Uribe. En uno de esos encuentros, ella, a su lado, ante las cámaras y decenas de seguidores que estaban a su alrededor, hizo una confesión: “La defensora número uno del presidente Uribe, la que tiene el título ganado de la uribista más uribista de Colombia. Todos los que quieran que el presidente Uribe no esté solo, acompáñenme con el 10 porque yo por él me hago matar”, dijo.
El mensaje fue acompañado con un abrazo a Uribe, visiblemente emocionado con la gratitud de Valencia.
Recientemente, en medio de los debates que adelantó el Centro Democrático con sus precandidatos a la Presidencia, fue evidente la emoción que despierta en Uribe el discurso y la fuerza de las palabras que utiliza Paloma Valencia.
Es más, en uno de los conversatorios, el expresidente le dio un beso en la frente. El gesto se traduce en el grado de admiración y aprecio del exmandatario hacia una de sus pupilas políticas.
La lealtad de Valencia hacia Uribe es de tal nivel que, en su casa en Bogotá, la congresista conserva un cuadro del Sagrado Corazón con el rostro de Uribe.