‘No me eligieron para agachar la cabeza’, dijo el representante Óscar Villamizar, para explicar la razón por la cual, en vez de los micrófonos que tiene cada una de las curules en la Cámara de Representantes, tomó un megáfono para hacerse oír.
Era el debate de la reforma laboral del día 7 de octubre, cuando se estaba debatiendo el polémico artículo 18 del proyecto de ley, algunos parlamentarios sentían que no eran escuchados, que el tiempo que les daban no era suficiente o que no estaban aceptando apelaciones. Esto, a juicio de Villamizar, está en las normas establecidas para los debates del Congreso de la República.
En el caso del congresista del Centro Democrático, partido de oposición al gobierno, había presentado una apelación, pero el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca, dio la orden de cerrar el debate de ese momento. “No dejó debatir”, dijo Villamizar.
Fue por ello que tomó un megáfono y a grito entero pedía respeto, lo que se volvió bidireccional. “No me eligieron para dejarme atropellar”, insistía Villamizar.
El artículo 18, que busca “conceder al trabajador y trabajadora las licencias necesarias para casos puntuales”, fue uno de los más polémicos en la primera jornada de la semana (lunes). En el debate se mencionó de forma frecuente que una licencia a la mujer, cuando esté en los días de periodo menstrual, podría incapacitarse en algunas circunstancias. También las personas podrían pedir incapacidad para atender una cita médica. Esa medida, que aparentemente suena benéfica para la mujer, podría convertirse en una excusa para que sea excluida más fácilmente del mercado laboral.