Este fin de semana revivieron en redes sociales un video en el cual el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez anunciaba en televisión que “compraría” propiedades privadas a los empresarios de ese país.
“Repito a los empresarios, a los constructores. Este es un ejemplo: una constructora privada vea, ¿cuántos apartamentos hay aquí, Molina? Bueno, 700. Ahora, nosotros, el Gobierno, se los compramos. Pero no al precio exorbitante, no, al precio justo… Con la plata que es de ustedes, del petróleo, del ingreso nacional, le pagamos al que hizo esto. Ahora, le pagamos lo que realmente cuesta. Y a mí me gusta el método, ¿sabes por qué?, porque a mí no me van a robar. A nosotros no nos van a robar ningunos especuladores, no. Tú haces la vivienda y yo te la compro. Yo te la compro y te la doy a ti”. Así hablaba Chávez, frente a las cámaras y ataviado con su tradicional chaqueta con la bandera de Venezuela.
La declaración es impactante porque esta semana, en Colombia, el aspirante presidencial Gustavo Petro encendió la polémica al proponer que había que comprarle la finca al expresidente Álvaro Uribe. Sin embargo, no es la primera vez que Petro hace esta controvertida propuesta. El 27 de abril de 2018, a pocos días de las elecciones presidenciales, también generó un inmenso debate al plantear la posibilidad de “comprarle” los ingenios a la Organización Ardila Lülle: “Si hago una solicitud a Ardilla Lülle de compra de Incauca a precio justo, eso no se llama expropiar, se llama comprar, y ¿para qué?, para que la tierra fértil del Cauca produzca menos azúcar dañina y etanol, y tenga más producción diversa en manos de gente sin tierra. Se llama paz, amigos”, dijo Petro en su Twitter.
Lo de Chávez en Venezuela terminó en expropiaciones y en la quiebra del empresariado y la economía. Si Petro es presidente de Colombia, ¿le apuntará a lo mismo?