Donald Trump está desesperado con Anthony Fauci, el hombre a cargo del coronavirus en Estados Unidos. Al presidente le molesta que Fauci todos los días dice la verdad sobre la pandemia, y eso en el mundo Trump puede costar el puesto. Hasta hace pocos días, el presidente llevaba dos meses sin reunirse con quien debería ser su principal asesor en la actual coyuntura y ha ordenado a los funcionarios de la Casa Blanca desprestigiarlo. El problema es que no lo puede botar. En Estados Unidos hay 2,8 millones de empleados públicos, pero solo 4.000 son de libre nombramiento y remoción del presidente. Todos los demás pertenecen a carrera administrativa, entre esos Fauci, y no es posible destituirlos sin justa causa o por razones políticas.