SEMANA: ¿Qué significa que el Atrato sea un sujeto de derechos?Jorge Iván Palacio: Es devolverle la vida al río, que es una de las arterias fluviales más importantes del país y que se ha visto afectada por la minería ilegal y la tala indiscriminada. El Atrato es la entrada principal de la economía del Chocó. Pero también es importante porque sirve de escenario cultural y surte de agua a toda esta zona del departamento, desde su nacimiento hasta la desembocadura. El río es el alma, es la vida de todas las personas que habitan en su cuenca.SEMANA: ¿Por qué otorgarle derechos al río y no a las comunidades?J.I.P.: El mundo siempre se movió bajo el principio del antropocentrismo, que aceptaba que el ser humano era el eje y el centro del planeta Tierra. Pero ahora nos regimos por el ecocentrismo, que considera al ser humano como una especie más. Están los árboles, el agua –que da refugio a los peces–, los animales, y todos son sujetos de derechos. No son los derechos del ser humano, que son propios de él con su legislación. Pero debemos conservar la naturaleza, su entorno y todo lo que ello significa. Por eso el río debe tener derechos, como deben tenerlos todos los seres vivos.SEMANA: ¿Usted viajó al Chocó para constatar lo que decía la tutela interpuesta por las comunidades?J.I.P.: Yo he viajado mucho al departamento y no solo por esta tutela. Cuando fui magistrado de la Corte Constitucional era el presidente de la sala de seguimiento a la sentencia T-760 de 2008 (protección al derecho de salud), por lo cual tuve la oportunidad de viajar más de una vez al Chocó, departamento al que quiero mucho.SEMANA: ¿Y qué encontró cuando fue por la tutela?J.I.P.: Encontré pura desolación. Dragas y campamentos de tres pisos en medio del río Atrato y otros afluentes. La gente vive allí entre 15 y 20 días y les llevan niñas para prostituirlas. Las aguas están contaminadas. Quienes habitan ahí ya no pueden comer pescado del río Atrato, y se está contaminando el golfo de Urabá, el daño ecológico es incalculable.SEMANA: ¿Y después?J.I.P.: Después de haber hecho parte de la corte he ido a hablar de este tema invitado por las universidades del departamento, llevando un mensaje de preservación y lucha para que sus recursos naturales vuelvan a ser lo que eran antes. Para que el Atrato vuelva a ser el eje del departamento.SEMANA: ¿Esta sentencia da pie para que en el futuro se replique con otros ríos o elementos de la naturaleza que también necesiten protección?J.I.P.: Ese es el mensaje. Porque los ríos Magdalena y Cauca son una cloaca, el río Meta está muy contaminado. Y así otros: el Bita, el Orinoco, el Putumayo, el Vaupés. Todos, en distintas proporciones, tienen estos mismos problemas.SEMANA: ¿Cuál sería el paso para poder protegerlos también?J.I.P.: Más que decisiones judiciales, debería haber políticas públicas claras impulsadas por el Ejecutivo, con la colaboración del Legislativo para preservar el medioambiente.SEMANA: Esta sentencia fue el resultado de una tutela interpuesta por unas comunidades que lograron ser escuchadas. ¿Este es un ejemplo que deberían seguir otras comunidades?J.I.P.: Si el poder Ejecutivo no interviene, la ciudadanía, los pueblos y los jueces de la República están ahí para hacer cumplir esos derechos fundamentales consagrados en la Carta Política, particularmente en el artículo 86, que consagra la acción de tutela.SEMANA: Usted ha hablado en muchas ocasiones que la política minera debe buscar la protección de los recursos naturales hídricos y de las comunidades indígenas. ¿Cómo lograrlo?J.I.P.: Con una política dirigida hacia el bienestar de la naturaleza. Debemos pensar en el principio filosófico del ecocentrismo, donde el ser humano es un miembro más del planeta y debe respetar los derechos de la naturaleza y todo lo que ella significa.SEMANA: Usted también ha sido un magistrado defensor de la naturaleza, ¿qué otras acciones ha emprendido?J.I.P.: Han sido muchas. La defensa de los animales, la prohibición de animales salvajes en los circos, de la tauromaquia y del uso de glifosato. Siempre he sido proambiente, y en este caso consideré de suma importancia para el país reconocer al río Atrato y devolverle la vida.