ANDREA JARAMILLO: Usted comenzó sus estudios en el Liceo Cervantes, después se fue para Riohacha debido al trabajo de su padre, y al final regresa a Barranquilla. ¿Cómo fue su vida escolar durante esos años? SAMUEL BORRERO: Todo los colegios por los que pasé fueron muy buenos. Tanto el Cervantes de Barranquilla, como el Gimnasio Cerromar, en La Guajira. Ambos aportaron mucho a mi formación porque tenía muy buenos profesores. Volví a La Arenosa para terminar grado once. Quise regresar al liceo, pero fue imposible A.J.: Pero se matriculó en el Instituto Alexander Von Humboldt… S.B.: Tuve suerte de encontrar un cupo ahí, eso es casi imposible cuando se trata del último año del bachillerato. Mis padres me habían contado que era una institución con muy buenos puntajes dentro de la educación pública. En Barranquilla suelen decir que “ese colegio es para genios”. El rector, con quien siempre estaré agradecido, me permitió presentar los exámenes de admisión y los pasé. Insisto, ese tipo de cesiones no suelen hacerlas y menos cuando el curso ya había empezado. Pero pude graduarme del Von Humboldt. A.J.: ¿Cuáles eran las materias que se le dificultaban más? S.B.: Siempre he sido una persona de números, de fórmulas, y de ciencia. Antes no me iba muy bien en lenguaje, humanidades, ciencias sociales, o materias similares. A.J.: ¿Siente que el instituto lo ayudó a reforzar esa debilidad? S.B.: Totalmente. El colegio es muy exigente. Tiene una intensidad horaria diferente y, además, los profesores son muy calificados y las aulas tienen muy pocos estudiantes. Por ejemplo, todos los viernes, después de nuestra jornada habitual, teníamos un espacio para atender las materias que debíamos mejorar. Así superé esas falencias que tenía. A.J.: Era un colegio público con un alto nivel de exigencia, con horarios distintos… ¿Cómo se adaptó a tantos cambios? S.B.: Al principio fue muy duro, porque yo no estaba acostumbrado a salir tan tarde de clases. Además, al cursar grado once, los sábados tenía preparación para el Icfes. Tuve que trabajar mucho en mi nivel de responsabilidad, que era una de mis fallas, pero la exigencia académica del colegio te lo pide, de lo contrario no darás la talla. También le puede interesar: ¡Más recursos para la Universidad del Atlántico! A.J.: El Humboldt nace con el fin de educar a niños cognitivamente excepcionales. Pero más adelante recibe a jóvenes con otras capacidades. Hoy su rector, José Henao, dice que esa mezcla hace que el colegio sea tan especial. ¿Cómo integrarse con gente que tiene capacidades distintas a las de uno? S.B.: Como en todo colegio, y como en todas partes del mundo, siempre habrá unos estudiantes que brillan en ciertas materias, y alumnos que sobresalen en otras. En el Humboldt todos nos ayudábamos de acuerdo con nuestras capacidades. Algunos me apoyaron en humanidades, por ejemplo. Ese compañerismo que se promueve en las aulas es muy importante. A.J.: ¿Qué tiene este instituto que logra sacar lo mejor de cada uno de sus estudiantes? S.B.: Que compartas el aula con un grupo pequeño de alumnos favorece que puedas tener una mejor interacción con tu profesor y que puedas entender todos los temas de una mejor manera. Además, está la exigencia del colegio, que propicia el acompañamiento de los demás muchachos. *Presentadora de Noticias RCN y Reina del Carnaval de Barranquilla 2012.
Samuel Borrero fue el mejor bachiller de Colombia en 2013. Gracias a su excelente desempeño académico fue becado en medicina. Hoy le faltan apenas dos semestres para graduarse. Foto: Cortesía Alcaldía de Barranquilla. A.J.: En las pruebas Saber 11 quedaste de primero en el país, ¿cómo te sentiste al enterarte de ese resultado? S.B.: Estaba en el comedor de mi casa cuando recibí la llamada. “¿Usted es Samuel?”, me interrogó una señora por teléfono. Sí, yo soy, expliqué, intrigado. “Lo llamo para decirle que usted es el mejor bachiller del país, sacó el puntaje más alto en las pruebas Saber”. Yo no lo creía. Así que le pregunté si estaba segura de haber marcado el número correcto. “Sí, muy segura”. Colgué el teléfono y le dije a mi madre que yo era el mejor Icfes del país. Aunque desconfiaba. Empecé a creer todo cuando comenzamos a planear los viajes para recibir los méritos en Bogotá. Lea también: "En Barranquilla escuchamos a la gente": Álex Char A.J.: Gracias a ese reconocimiento logró estudiar medicina, uno de sus sueños… S.B.: Tengo que agradecerle a Dios por la oportunidad, sin Él no lo hubiese logrado; y a la Universidad del Norte porque, a pesar del galardón, cuando me gradué no hallaba dónde estudiar. En esos momentos no existía el programa Ser Pilo Paga y si no me hubieran becado, no habría conseguido ese sueño, mi situación económica no era para nada favorable. A.J.: ¿Hoy la beca cubre todos los gastos? S.B.: Sí. Me la pagaron toda. Estoy cursando décimo semestre aún, me falta el internado. Además del pago total de la matrícula, cuento con un auxilio de libros cada semestre. A.J.: Lo que demuestra que la educación pública de Barranquilla está al nivel de las mejores universidades del país… S.B.: Quiero aprovechar esta oportunidad para hablar de la importancia del apoyo económico que debe recibir un alumno destacado. Yo la tuve, por parte de la universidad. Pero creo que muchos otros estudiantes deben contar con esa ayuda para cursar su pregrado, de parte del gobierno, de programas como Ser Pilo Paga. Estas iniciativas no se pueden perder. A.J.: ¿Cómo ha sido enfrentarse a la exigencia de la medicina? S.B: ¿Qué le puedo decir? Yo antes dormía ocho o nueve horas, ahora me acostumbré a hacerlo entre cuatro y cinco horas. Todo el día tienes que estudiar, es la única manera de ser un buen médico. Debes estar muy pendiente de mantener bien las notas, porque son muchos semestres, así que no se puede perder el ritmo. A.J.: Usted dijo una vez: “Cuando uno es bueno en algo se debe trabajar para fortalecerlo, pero si uno tiene falencias, en esas se debe trabajar aún más”. ¿Cuál es el mensaje que les quiere dejar a los jóvenes para que también se animen a eso, a estudiar con disciplina? S.B.: Es muy importante que traten de ser personas integrales. Es decir, que se puedan desarrollar correctamente en todo y no únicamente en lo que más les gusta. Creo que el mensaje es que sí se puede. Yo nunca esperé esto, pero quizá mi historia les sirva a muchos estudiantes para saber que lograrán ser los mejores si hacen el máximo esfuerzo. Así seguro que llegarán a conseguir lo que sueñan.