A partir de 2003, China realizó importantes inversiones en tecnología que generaron una revolución en la industria de la moda. “Hoy se puede hablar de que sus fábricas son más avanzadas que las europeas”, asegura Eduardo Morcillo, director para España de Interchina Consulting, una firma especializada en inversiones en el país asiático. En 2007, inició una tendencia a nivel global conocida como deslocalización de las marcas de lujo y se dejó de creer que la calidad de la prenda se determinaba por su país de procedencia. En ese año las grandes casas de moda pusieron sus ojos en los talleres de confecciones de Europa del Este, India, Marruecos, China, Turquía, Madagascar, entre otros, cuyos costos de producción eran menores y contaban con buena mano de obra. Le puede interesar: “China es un socio muy valioso para Colombia” Hoy, marcas como Céline, Coach, Prada, Burberry, Ralph Lauren, Nike, Hugo Boss; y las españolas Caramelo y Camper, entre otras, producen sus prendas en fábricas chinas. Algunas de ellas están ubicadas en la provincia de Guangdong. Al ser confeccionadas en el extranjero, los costos disminuyen entre el 25 y el 30 por ciento. Miguel Otero, director general del Foro Español de las Marcas Renombradas, comenta que actualmente importa “quién y cómo se hacen las cosas, no el dónde”. Vea también: La actriz que más gana en China desapareció, ¿la tiene el gobierno? De acuerdo con Morcillo, las marcas no solo dejaron de ver a China como un lugar donde trasladar sus talleres para reducir los costos de producción, “también la consideran un mercado estable, con los mayores índices de crecimiento en el mundo. Este país pasó de ser un productor de volumen a uno de valor”, afirma. Por otra parte, Shaun Rein, autor del libro El fin de los imitadores en China y fundador de la firma consultora China Market Research Group asegura que “antes las personas se avergonzaban de recibir cualquier cosa elaborada en este país. Ese no es el caso ahora”.