En 1967, en medio de la Revolución Cultural, fue destituido el rector de la Universidad de Pekín por haberse atrevido a plantear la necesidad del control natal en un país que tenía 755 millones de habitantes. Hoy los chinos suman 1.390 millones, lo que equivale a un 18,3 por ciento del total de la población mundial. Mao Zedong nunca se refirió a este tema como un asunto relevante, en sus escritos se puede leer que si una pareja concebía un hijo, este venía con dos brazos para producir sus alimentos. Pero, en 1979, tres años después de su muerte y con Deng Xiaoping en el poder, se impuso la política de ‘un hijo por pareja’ como condición para mantener el crecimiento económico. Esta rige especialmente en las ciudades. En las zonas rurales, si el primogénito es una mujer, la pareja puede buscar el hijo varón en un segundo parto. Según la tradición confuciana es el descendiente hombre quien debe velar por el bienestar de los padres en la vejez. Pero hoy las cargas se han revertido, los viejos no son una preocupación para los jóvenes y deben tener los recursos para entregarle a su hijo una vivienda como dote matrimonial. También le puede interesa: China ajusta sus políticas de planificación familiar La presión contra la política de ‘una pareja, un hijo’ provocó que en noviembre de 2013, en el Tercer Pleno del XVIII Congreso del Partido Comunista de China, el presidente Xi Jinping aprobara una nueva modificación por la cual se les permite tener un segundo heredero a los matrimonios en que uno de los dos cónyuges es hijo único. Sin embargo, según Zhao Yanpei, funcionario de la Oficina de Salud y Planeación Familiar de China, “se estimaba que así aumentarían en 1 o 2 millones los nacimientos anuales, pero hasta ahora solo el 6 por ciento de las 11 millones de parejas elegibles han solicitado autorización para tener un segundo hijo”. La disminución más pronunciada en la tasa de natalidad de los chinos, de acuerdo con las estadísticas de Naciones Unidas, se dio antes de la política del hijo único. Esto lo explican razones como la preocupación por el costo de la crianza, la educación y la posibilidad de los padres de avanzar en los récords académicos y profesionales. Lea también: Cómo entender a China desde Occidente La política del hijo único implantada hace cuatro décadas, no solo fue exitosa sino inevitable. De no haber procedido así, hoy el país asiático tendría casi 2.000 millones de habitantes, con el consiguiente impacto en su economía y desarrollo social. La siguiente medida, que aprobaba un segundo descendiente, fue necesaria debido al envejecimiento de la población económicamente activa. Desde octubre de 2015 se permite tener dos hijos libremente. *Director del Instituto Confucio y del Observatorio Asia Pacífico de la Universidad Tadeo Lozano.