SEMANA: ¿Qué piensa de la afirmación de que Colombia tiene un gran potencial científico, pero no sabe utilizarlo?
PABLO ARBELÁEZ: Históricamente la ciencia en Colombia se ha basado en aprovechar la riqueza de nuestros recursos naturales y hemos recurrido a la madre naturaleza para sobrevivir; pero no solo en ciencia, también en petróleo, que es la fuente de nuestra economía. Esto ha ido en detrimento del talento humano que, por el contrario, ha recibido muy pocos estímulos para desarrollarse. Tenemos que pasar de explotar nuestras riquezas naturales a potenciar el talento de nuestros jóvenes.
SEMANA: ¿Cuál es su propuesta para conseguirlo?
P.A.: Darles oportunidades. No hablo solo de dinero, también de un espacio, un ambiente y un entorno social en el que la ciencia sea apreciada y tenga el lugar que debería en la sociedad. Nuestros ídolos son futbolistas y no científicos. Pocos jóvenes saben quién es Rodolfo Llinás, pero todos saben quién es James Rodríguez.
SEMANA: Hablemos de la Inteligencia Artificial (IA). Este año recibió el premio AI 2000 Most Influential Scholar Award Honorable Mention por sus contribuciones e impacto en el área de la ‘visión por computador’. ¿Qué fue exactamente lo que consiguió?
P.A.: Es una subárea dentro de la Inteligencia Artificial y su propósito es desarrollar computadoras que puedan entender el mundo como lo hacemos los seres humanos con los ojos. La visión siempre ha sido un área de gran interés dentro de la IA y en la “visión por computador” nos preguntamos cómo lograr que una máquina entienda una imagen o una película como lo hacemos los seres humanos, por ejemplo; o cómo hacer que reconozca objetos y comprenda lo que está pasando en un video.
SEMANA: Con este reconocimiento es el único científico de una universidad latinoamericana en entrar en la lista de los 100 investigadores más influyentes en esa disciplina. ¿Qué le hace falta a la región y a Colombia para que cada vez más científicos hagan parte de listados similares?
P.A.: A la región todavía le falta mucho para poder estar en los primeros lugares mundiales de disciplinas tan avanzadas y competitivas como la IA. Sin embargo, ha progresado mucho en los últimos años. En 1995 estudié matemáticas y cuando terminé no había prácticamente nada de esta disciplina en el país, por eso me fui a estudiar a Francia. Hoy la situación es distinta, hay investigadores que han empezado a hacer esfuerzos en el país y se han creado escuelas en esta área. Aunque Colombia no es una potencia en IA, hoy día sí se destaca en la región.
SEMANA: Muchos perciben a la IA como una amenaza del mercado laboral. ¿Qué tanto reemplazarán las máquinas al hombre en actividades productivas?
P.A.: Actualmente, el impacto de la Inteligencia Artificial en la industria es lo que se llama la Cuarta Revolución Industrial. Las proyecciones de los economistas dicen que prácticamente el 80 por ciento de las profesiones serán profundamente alteradas por la IA y, de hecho, ya se están viendo sustancialmente afectadas. Sin embargo, para saber qué va a pasar en el futuro nos falta mirar el pasado, pues ya hemos tenido tres revoluciones industriales. A comienzos del siglo XX, cuando la gente ensamblaba a mano y llegaron los robots a las fábricas las personas decían que se iban a morir de hambre porque los robots les quitarían los trabajos. Pero lo que sucedió fue que empezaron a formarse para manejarlos y diseñarlos, y los oficios se adaptaron a esta tecnología para ser mucho más productivos.
SEMANA: ¿Cómo será entonces el futuro gracias a la IA?
P.A.: La IA no son los robots asesinos del futuro que van a llegar a exterminarnos, sino una herramienta como cualquier otra. A mí me gusta utilizar la metáfora de la energía atómica: si tú conoces el átomo y las fuerzas que hay en el interior de este, puedes utilizar ese conocimiento para aniquilar a una ciudad en un instante o para darle energía limpia un millón de años. El problema no está en la energía atómica, sino en cómo la utilizamos los seres humanos.
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