Me dispongo a hundir la primera tecla y miro mis manos resecas de tanto lavármelas. Me siento, una vez más, como en un mal sueño. Me distraigo por un momento del inicio. Empiezo de nuevo. Se regó como pólvora por los chats, tan activos en estos días de relaciones sociales virtuales, de ansiedad y de miedo. La noticia de que “China dice tener la vacuna contra el covid19” cayó del cielo como maná para un pueblo hambriento en el desierto. Es cierto, pero no será inmediato. Lo que hay es apenas la luz verde para el inicio de pruebas clínicas sobre la efectividad de esa vacuna en seres humanos. Casi simultáneamente, Estados Unidos anunció que en Seattle empezó el primer ensayo en humanos de otra vacuna experimental, pero el proceso puede tardar entre un año y 18 meses. Lea también: "La ciencia global contra el covid-19" Sin embargo, hay razones para la esperanza. La Organización Mundial de la Salud destacó la rapidez con la cual los científicos chinos descifraron la secuencia del genoma del nuevo virus y la compartieron con otros países que trabajan sin tregua para desarrollar una vacuna. Un logro enorme que tomó mucho menos de lo esperado y que, además de ayudar a acortar los tiempos, alimenta las esperanzas de que la vacuna también pueda desarrollarse en un plazo récord. Las miles de vidas que se han perdido en la batalla van dejando lecciones para países como Colombia. Es nuestra obligación aprender de los errores y replicar lo que muestra cierta eficacia. La OMS elogió, por ejemplo, la estrategia de Corea del Sur: una masiva aplicación de test de detección, el aislamiento de los casos leves en lugares comunales, y un seguimiento minucioso a los contactos de los contagiados para frenar la cadena. Lea también: Estados Unidos: entre la salud y la economía Aislar, testear, tratar y trazar los contactos son cuatro acciones consideradas fundamentales por la OMS. España, tras pagar una dolorosa cuota en muertes, adaptó hoteles y convirtió el recinto ferial Ifema en un gran pabellón para tratar enfermos leves, sin congestionar los hospitales y sin dejar que los contagios continúen en el aislamiento domiciliario. A falta de vacuna y de guías, los médicos ganan experiencia en las Unidades de Cuidados Intensivos. Sufriendo también muchos héroes caídos, empiezan a encontrar medicamentos ya existentes que se muestran eficaces. Ya están en marcha dos grandes ensayos: el “Discovery”, de siete países europeos que prueban la efectividad de tratamientos experimentales con sustancias utilizadas para tratar sida, malaria, artritis reumatoide, esclerosis múltiple e incluso ébola; y el “Solidarity” con similares objetivos pero liderado por la OMS. Entre tanto, más de 2.500 millones de personas, confinadas en sus trincheras, intentan ayudar a ganar tiempo. Nadie sabe ni cuándo ni cómo va a terminar esta carrera contrarreloj. No queda otra opción que ser optimistas. Hay demasiado en juego. Lea también: "No le tengo miedo, sino respeto": experta que analiza pruebas del coronavirus *Directora de información internacional de Caracol Televisión Lea también: Lentos o indiferentes