Sueño con que estos tiempos difíciles les sirvan de abono a las nuevas generaciones llaneras, y espero que en un futuro crezcan conscientes de la importancia de mantener el equilibrio; porque el progreso, que trae mucho beneficios, también tiene muy altos costos.Esta obra que ven aquí se llama Cuarentena, la realicé en los primeros 40 días de aislamiento, un tiempo récord para mí, que suelo terminar tres o cuatro cuadros de estas dimensiones en un año. Mírenlo con atención. En primer plano puse una hoja de la planta de balazo, que se ha convertido en ícono de mis pinturas por ser una especie universal. Un poco más atrás, en tonos cálidos, se ve un espacio de tierra golpeado por el verano o por el fuego.En medio de la sequía nace una cruz. Es un homenaje a la ‘Encíclica Laudato si’, escrita por el papa Francisco, en la que nos invita a cuidar y amar a la madre Tierra. Este mensaje debe escucharlo atentamente nuestra sociedad, que tanto ha abusado del medioambiente; y también debe oírlo mi región, diversa como pocas, donde se ha olvidado que la verdadera riqueza está en lo que brota de la tierra.La naturaleza es mi lenguaje. Lo ha sido siempre. Es un compromiso que tengo como ser humano antes que como artista, yo quiero transmitir y honrar el entorno. Para mí, que vivo en medio de la naturaleza de los Llanos Orientales, no existe una opción más bella. Por eso seguiré pintando, seguro de que el mensaje será entendido por los más jóvenes, y confiado en que la Orinoquia, a la que le debo todo, va a reverdecer más fuerte que nunca.*Pintor y fundador del Taller de Arte y Objetos Roa Iregui.Lea también: El Pacífico de Goyo