“Pero aquí abajo, abajo, el hambre disponible recurre al fruto amargo de lo que otros deciden. Mientras el tiempo pasa y pasan los desfiles y se hacen otras cosas que el norte no prohíbe. Con su esperanza dura, el sur también existe”. Mario Benedetti. ---------- Han sido cinco años de espera. También de padecimiento. Los departamentos de Huila, Putumayo y Cauca siguen viviendo de la promesa de que algún día, más pronto que tarde, el corredor Santana–Mocoa–Neiva será una carretera digna de la función vital que cumple: conectar zonas ricas en recursos pero rezagadas, azotadas además por la violencia de los últimos años. Les han ofrecido incluso que será una vía del nivel de las llamadas autopistas de cuarta generación (4G). A veces pareciera que es aspirar muy alto. Como ha ocurrido con otras vías, el proceso se convirtió en un calvario. La más reciente estación fue la oferta de cesión por parte del concesionario Aliadas para el Progreso, que declaró su incapacidad para seguir con el contrato suscrito en 2015 a CCA Colombia Corp, subsidiaria de China Construction America (CCA), que aún se sigue cocinando. Tuvo que caerse un tramo de la vía en el lugar conocido como Pericongo, perderse una vida, cerrarse el paso, recurrir a un desvío que añadía dos horas al ya largo trayecto, y subir los costos a pasajes y fletes para que la situación hiciera crisis. En medio de esta pandemia en la que nadie espera buenas noticias, llegó una buena nueva. El gobierno de Iván Duque destinó 29.000 millones de pesos para la Fase 1 del Plan Remedial, que promete poner fin al limbo en el que se habían sumido los trabajos, que solo llegaron a avanzar 5 por ciento y debieron culminar a finales de 2019. En tiempos de una contracción económica como la que enfrentan Colombia y el mundo no es un anuncio menor. Pero no se puede esperar más de la cuenta. Será apenas la reparación de 44 puntos críticos para garantizar la movilidad y la seguridad. El hecho de que medio centenar de tramos, 12 de ellos considerados críticos, requieran intervención en 456 kilómetros, obvia las descripciones sobre la vía por la que tienen que circular carga y pasajeros hacia el sur. Habrá remoción de derrumbes, reparación de baches, rocería y, con suerte, algunas obras más complejas en los puntos más difíciles. Pero las dobles calzadas, viaductos y otras maravillas de la ingeniería previstas en la Fase II con una inversión de casi 3 billones de pesos seguirán siendo un sueño. Por fortuna, como dice Mario Benedetti en su poema, si algo tiene el sur es fe veterana y esperanza dura. *Directora de información internacional de Caracol Televisión Lea también: La construcción, clave en la reactivación económica