No estoy seguro de cuándo comenzó mi fascinación con el trópico pero sé que desde niño siempre quise vivir en un país tropical. Llevo casi 30 años en Suramérica y más de diez en Colombia. Con mi familia hemos vivido en varios rincones del país: Bogotá, la Sierra Nevada de Santa Marta y, actualmente, en Nariño. Para mí, un europeo proveniente de una isla de escasa cobertura forestal, el bosque tropical resulta cautivador: es el lugar más apto para observar y apreciar el comportamiento de las aves en su entorno natural.Justamente a eso es a lo que me he dedicado los últimos 15 años, desde que arranqué trabajando como guía naturalista y de aves. Es un trabajo agradable y divertido, en el que se disfruta el caminar entre la naturaleza. Personalmente creo que lo importante no es ver muchas aves ni que estas sean las más raras o rebuscadas; sino poder observar su comportamiento ciento por ciento natural. Tratar de entender la interacción entre los organismos y su entorno. Intelectualmente esto es muy estimulante.Con el tiempo logré acoplar el trabajo de guía turístico con lo que realmente estudié (arte y diseño). Desde entonces también me dedico a crear libros-guía sobre aves. Son publicaciones de fauna diseñadas específicamente para el trabajo de campo y el turismo: pequeñas, fáciles de llevar y de consultar. Su propósito es ayudar a fomentar el turismo y que sirvan como herramienta a los nuevos profesionales en el avistamiento de aves colombianas. Mi más reciente libro, Field Guide of the Birds of Colombia, publicado en Bogotá por Rey Naranjo Editores, recién salió del cascarón en marzo de este año.El avistamiento de aves como pasatiempo es la actividad al aire libre que más rápido está creciendo en el mundo. Los recién jubilados de Europa y Norteamérica encuentran en ella un hobby más tranquilo que los deportes que practicaron en su juventud. Tal vez por ello, la observación de aves y de naturaleza está entre los cinco pasatiempos más populares del planeta y Colombia no es ajena a esta tendencia. Pero ha sido gratificante descubrir que aquí es una actividad relativamente juvenil: los aficionados son en promedio de menor edad que en otros países. También resulta fascinante ser testigo de cómo el posconflicto abrió las puertas a las zonas menos conocidas y gracias a los investigadores locales y a los operadores nacionales de turismo, hoy sabemos mucho más sobre la avifauna de rincones remotos del país como Mitú, Perijá, Puerto Inírida, Urabá, Putumayo y el Pacífico nariñense, entre muchos otros.Colombia ya cuenta con 1.925 especies de aves (el número exacto depende de la convención de taxonomía). En la década de los ochenta eran poco menos de 1.700 las que se encontraban registradas. Y cada día seguimos descubriendo nuevas y haciendo crecer esa cifra. Todavía falta mucho por explorar. Este país podría llegar a ser algún día el primero del mundo con 2.000 especies de aves. Además de sus litorales en dos océanos, tres cordilleras andinas y serranías como las de Santa Marta o Perijá, el calor tropical combinado con una alta pluviosidad, forman las condiciones necesarias para que los bosques tropicales alberguen una inmensa diversidad.Colombia es oficialmente el país de las aves, la nación con mayor diversidad en especies del mundo y cada vez son más los viajeros y aficionados al avistamiento que se enteran de ello. Además, las expediciones de avifauna están visitando zonas retiradas y los viajeros/observadores sumándose a la tarea de los expertos encargados de interpretar los datos. En las ciencias naturales cada observación cuenta como si proviniera del científico más célebre. Y el turismo de aves del que se disfruta en estas tierras ayuda a profundizar nuestro conocimiento sobre el producto que ofrecemos.*Experto en avistamiento de aves.