Viajar no solo consiste en transportarse físicamente a un lugar. Es también el recorrido interior que realizamos cuando visitamos un destino. Es la experiencia intelectual, emocional y espiritual que tenemos cuando escapamos de nuestro entorno cotidiano para conocer paisajes y culturas nuevas, visiones del mundo diferentes.

El secreto de un buen viaje, entonces, está en la capacidad para conectar el viaje exterior con el viaje interior y convertirlo en una experiencia significativa, memorable y transformadora. Más que entretenimiento lo que buscan los viajeros de hoy son viajes de enriquecimiento. Y Colombia tiene la suerte de ser un destino que se ajusta muy bien a ello y, en particular, a las expectativas de la generación Y – o del milenio– considerada el segmento de mayor crecimiento en el sector turismo a nivel mundial y el que representa el mayor número de visitante extranjeros en el país (alrededor del 50 por ciento de los pasajeros internacionales). A diferencia de la generación de los llamados baby boomers que busca descanso y confort o de la generación X, que concentra su interés en el lujo, la generación Y está ávida por explorar y experimentar lugares, no solo visitarlos. Esto lo hace descubriendo entornos auténticos, pero sobre todo creando conexiones sociales significativas con la gente local. Precisamente por eso Colombia se ha convertido en un atractivo destino de viajes en los últimos años. Es un país que además de ofrecerle al visitante una variedad de experiencias de naturaleza y cultura, soprende con la hospitalidad, alegría y calidad humana de su gente. Los visitantes extranjeros quedan maravillados con la sabrosura colombiana. Precisamente ese es el enfoque de la campaña de promoción internacional de turismo: Colombia Tierra de la Sabrosura. Una estrategia que utiliza a la música colombiana como vehículo de comunicación para generar una conexión emocional con los viajeros del mundo entero. ¿Por qué solo contar las razones para venir a visitarnos cuando las podemos cantar? Los resultados hablan por sí mismos: más de 80 millones de vistas a los videos musicales de las diferentes regiones del país en tan solo 6 meses, y la campaña ha contribuido al 38 por ciento de crecimiento en la llegada de viajeros internacionales durante los primeros 5 meses del año comparado con 2017. Este número es más de 4 veces el promedio mundial del año pasado y eso ha tenido un impacto muy positivo en la industria del turismo que hoy es el segundo sector económico después de los hidrocarburos. Las divisas generadas por este sector el año pasado ascendieron a 5.788 millones de dólares, una cifra superior a la que dejaron las exportaciones de café, banano y flores juntas. Estos resultados son solo la punta del iceberg del potencial que tiene el turismo en los años que vienen. Según la Organización Mundial del Turismo, la industria de viajes representa el 10 por ciento del PIB global y uno de cada 11 empleos en el mundo. En Colombia este sector equivale a cerca del 5,8 por ciento del PIB y genera alrededor del 6 por ciento de los empleos. Pero más allá de darle un impulso a la economía, la industria de viajes tiene la capacidad para impactar profundamente la vida de las personas y contribuir a la conservación del medioambiente. Cazadores furtivos de elefantes en África que terminaron siendo guarda parques, antiguos combatientes de Sri Lanka y Vietnam son hoy guías turísticos, y víctimas de la violencia en Sudáfrica o Ruanda abrieron sus propios hospedajes y agencias de viajes. En Colombia ese impacto en la reconstrucción del tejido social también es significativo. El turismo es una de las llaves para la consolidación de la paz. Muchas de las regiones más afectadas por la violencia son escenario de lugares de una extraordinaria belleza natural, en los que están floreciendo proyectos de ecoturismo. Algunas de estas zonas son la Macarena, la Sierra Nevada de Santa Marta, Chocó o el Guaviare. Estas iniciativas, asociadas a la naturaleza y a la aventura, dejan recursos importantes en las comunidades locales: 65 por ciento de ganancias mientras que el turismo convencional deja el 20 por ciento de acuerdo con la Asociación de la Industria del Turismo de Aventura. Junto con sus ventajas sociales el turismo contribuye a la conservación del medioambiente. Así lo reconoce, por ejemplo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Convenio sobre la Diversidad Biológica en un documento reciente titulado Directrices para alianzas y concesiones turísticas en áreas protegidas: generación de ingresos sostenibles para la conservación y el desarrollo. De este potencial hay ejemplos a nivel mundial que demuestran cómo el turismo puede ser puesto al servicio de la conservación. La red Unique Lodges of the World de National Geographic o la conservación del Parque Nacional Serengeti en Tanzania son algunos de ellos. En Colombia este esfuerzo es liderado por entidades como Acotur, la Asociación Colombiana de Turismo Responsable. Viajar a Colombia no es solo aventurarse a descubrir un país que lo hará sentirse diferente gracias a la belleza de su naturaleza, la riqueza de su cultura y la sabrosura de su gente. Es la mejor manera de contribuir a que una sociedad crezca económica, social y ambientalmente. Es aportar para que la paz sea sostenible. *Vicepresidente de Turismo de ProColombia.