Seis miembros de las fuerzas especiales francesas armados con fusiles de asalto acompañaron a la tripulación de la nave, que debió ponerse cascos y chalecos antibalas. Estaban a punto de zarpar desde el puerto de Abu Dabi, en Emiratos Árabes Unidos, y las precauciones no fueron en vano. Unos días más tarde, cerca de la costa de Yibuti, en el denominado Cuerno de África, se toparon con una embarcación pirata. “Luego de que les demostramos que estábamos armados y dispuestos a defendernos, los piratas siguieron su ruta”, dice el informe de la expedición de PlanetSolar, un documento de 12 páginas que se lee como la historia de aventuras de la que en efecto se trata. El 27 de septiembre de 2010, el ecoexplorador suizo Raphael Domjan zarpó desde el puerto de Mónaco para iniciar la primera vuelta alrededor del mundo en una nave impulsada tan solo con energía solar. El viaje estableció cuatro récords Guinness: además de ser la primera vez que una embarcación lograba tal proeza, PlanetSolar fue la única de este tipo que más rápido cruzó el océano Atlántico; la que navegó la distancia más larga y los 60.023 kilómetros de su expedición constituyen el trayecto más extenso jamás realizado por un navío eléctrico-solar. “Demostramos que si podemos darle la vuelta al mundo en un barco solar, podemos usar la misma energía para los botes de pesca, de buceo y de turismo”, dijo Domjan. A menudo las barreras mentales son las más difíciles de superar para poner en marcha un cambio, y en el caso de la movilidad marítima hay que vencer antes que nada las que nos impone nuestra condición terrestre. Según la Comisión Europea, el transporte marítimo es responsable por la emisión de 1 billón de toneladas de dióxido de carbono al año, y representa el 2,5 por ciento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Casi todo (el 2,2 por ciento) corresponde a los envíos por carga marítima. “Es importante hacer un cambio en nuestra manera de pensar la generación eléctrica”, advierte Peter Nuttall, investigador de la Universidad del Pacífico Sur, y asesor científico y tecnológico para el Centro de Transporte Sostenible para la Micronesia. “Cuando se habla de reducir el uso de energía basada en carbón la gente suele pensar en términos terrestres, porque está acostumbrada a verlo desde esa perspectiva”. La Comisión Europea se ha trazado como objetivo para 2050 reducir en 40 por ciento, y si es posible en 50 por ciento, el uso de combustible alto en emisiones de gases de efecto invernadero. En un estudio publicado por la Organización Marítima Internacional de Naciones Unidas (OMI), se calcula que esta cifra podría reducirse hasta 75 por ciento si se implementan de forma adecuada las tecnologías existentes y si se acude a las renovables. Lea también: Por qué 2030 es la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global “Noruega y China son dos países que están avanzando considerablemente en la introducción de un nuevo tipo de barcos basados en energías bajas en uso de carbono”, aseguró el suizo Domjan. En 2015, los noruegos lanzaron el Proyecto de Transporte Marítimo Verde, que pretende desarrollar los buques de carga más amigables con el medioambiente en el mundo. Funcionarían utilizando una mezcla de baterías y gas natural licuado. China, por su parte, expandió en 2018 sus Áreas de Control de Emisiones Domésticas para el transporte naval, en las que se incluyen las costas del mar de Bohai y los deltas de los ríos de la Perla y Yangtze. En estas regiones todos los buques atracados deben utilizar combustibles bajos en sulfuro o estar equipados para reducir las emisiones contaminantes. Según un estudio publicado por Xiaoqiao Geng, de la Universidad Tecnológica de Wuhan, una mezcla de incentivos económicos, multas y confiscaciones han contribuido a que el país se posicione como uno de los líderes en tecnologías verdes para el sector marítimo y fluvial. En América Latina, Argentina es la nación que más ha apostado por estas tecnologías. El 7 de diciembre de 2018 fue el viaje inaugural de la primera lancha impulsada con energía solar para movilizarse por el municipio de Campana y el canal Alem. El investigador Nuttall advirtió, sin embargo, que “la transición hacia energías más limpias, como el gas, puede resultarles muy costosa a los países en desarrollo porque tendrán que pagar un alto precio para adaptarse a una energía de transición que eventualmente tendrá que cambiar cuando se introduzcan las renovables. Para esto debemos tener un frente común más organizado en las instituciones internacionales”. Por eso las naciones en vías de desarrollo deberían buscar sus propias soluciones en la innovación. De cierta forma estamos presenciando cómo el círculo de la energía de la navegación se cierra. Comenzó utilizando energías sostenibles y ahora vuelve a ellas. La embarcación de PlanetSolar tardó 584 días en su expedición, y la de Magallanes-Elcano, impulsada solo con viento, en el siglo XVI, 1.082 días. El nuevo mundo que se abre es un redescubrimiento de la navegación desde una perspectiva que tiene antiguas raíces. *Periodista