Hoy gerencio un gobierno, recientemente elegido, de un departamento que ha alcanzado muchos logros a pesar de sus enormes desafíos. En mi lista de escenarios nunca estuvo una pandemia. Y no soy el único al que la situación lo ha tomado por sorpresa. Sin embargo, en medio de la coyuntura he podido afianzar mi objetivo como gobernante y hoy más que nunca reivindico mi compromiso con el campesino cundinamarques, ¡nuestro héroe anónimo! Si pensamos en los hogares campesinos podemos reflexionar sobre algunos valores que en estos tiempos de crisis cobran especial importancia: la unidad de la familia y el trabajo en equipo, la dedicación a una labor con sincera pasión, sencillez y humildad, la inocencia y la paciencia, la siemprebuena voluntad. Si fuéramos esos campesinos de nuestra Cundinamaca, además del privilegio de vivir rodeados de la verde y majestuosa naturaleza y acompañados de nobles y serviles animales, valoraríamos intensamente este momento en el que el tiempo en familia ha vencido el laboral, trabajaríamos con dedicación en las oportunidades que nos ha dejado la crisis, serviríamos y con nuestro trabajo trascenderíamos, siempre con disposición y generosidad. La paciencia campesina ha sido eterna, su esperanza e ilusiones parecen no tener fin. Es más que justo que el Estado y los gobiernos prioricemos su vida y su labor, que seamos justos con su esfuerzo, que les reconozcamos su misión. Hagamos que nuestro paso por la tierra tenga sentido como el suyo, trabajemos para que nuestro pequeño productor tenga contacto directo con el gran consumidor, para que se elimine la avaricia intermediariaque desincentiva el oficio, para que nunca sientan abandono, por el contrario, perciban respaldo y seguridad, para que sigan cultivando, con el mismo amor de siempre, sus sueños y los nuestros. ¿Han pensado en los sentimientos encontrados de aquel labriego a quien su familia también espera con vida y buena salud luego de largas jornadas al frente de la tierra? Nuestros campesinos de Cundinamarca y los de Colombia entera no solo se enfrentan a diario a los desafíos de la misma tierrapor nuestra demanda excesiva, también al conflicto que vivimos a diario por una pandemia que no es selectiva, que a todos nos toca por igual. Por eso merecen, además de nuestro aplauso y gratitud, nuestro amor sincero. Todos sabemos que ¡obras son amores y no buenas razones! Lea también: La escritora Piedad Bonnett revela su vida en cuarentena, aislada en el campo