SEMANA: El mundo en su historia reciente ha lidiado con otras epidemias. ¿Qué aciertos del cubrimiento de esas emergencias han retomado en ‘The Washington Post’ para informar sobre esta? EMILIO GARCÍA–RUIZ: Fuimos a África a contar el ébola, hablamos mucho del SARS, pero jamás en estas dimensiones actuales. Creo que una de las claves es entender que en esta emergencia no hay soluciones fáciles. Nos lo enseñó el sida cuando se hablaba de una medicina que lo curaría con rapidez, y esa nunca fue la verdad. Hay que ir más despacio, con mayor cautela para cubrir el covid-19. SEMANA: ¿Ir más despacio en medio de una emergencia mundial? E.G.R: Sí, porque estamos viviendo momentos extraordinarios. Nunca antes habíamos alcanzado los niveles epidemiológicos de ahora. Por eso hay que ir más despacio. Un ejemplo fue lo que sucedió aquí en Estados Unidos hace unas semanas cuando se llegó a pensar que la solución para el virus era la cloroquina. No podíamos publicar que habíamos encontrado la cura. Había que informar que de pronto sí, especificando las razones a favor, o que de pronto no, mostrando los argumentos en contra. Así, con ese nivel de ambivalencia y honestidad. SEMANA: ¿Ha sido acertado el manejo que le han dado a la información los medios de comunicación? E.G.R: Creo que el periodismo ha logrado contar muy bien las historias de la gente afectada como los médicos, las enfermeras, los pacientes. También ha hecho muy bien su trabajo de informar sobre los gobiernos con problemas para encontrar soluciones. Lo que no ha sido fácil es ofrecer información científica sobre la emergencia. Explicar con claridad, por ejemplo, qué es una prueba diagnóstica buena o resolver cuestiones como si alguien ya ha tenido covid-19 y se curó, ¿lo puede volver a tener? La gente tiene muchas preguntas científicas sobre las cuales no hemos hecho el mejor trabajo. Ahí está el gran desafío. SEMANA: Es complejo hacer periodismo en medio de tanta incertidumbre informativa. E.G.R: Las verdades las estamos encontrando en tiempo real, las descubrimos en el mismo momento en que estamos haciendo el reportaje, y eso pone al periodismo en una situación muy difícil. SEMANA: ¿Cómo alejar a los lectores de esas teorías conspirativas que circulan en redes sociales e interesarlos por las historias desarrolladas con credibilidad y profundidad? E.G.R: Las teorías siempre van a estar, lo importante no es darles demasiada importancia. Yo separo totalmente eso del problema central, que para mí es encontrar la verdad. Porque quizá nunca antes habíamos tenido una historia tan importante, con datos tan malos. No sabemos exactamente cuánta gente ha muerto, no sabemos cuántas personas están contagiadas y, a lo mejor, nunca lo sabremos. Por eso hay que ser cautos, porque equivocarse ahora es muy grave. Corremos el riesgo de dar información que puede provocar muertes. Para el periodismo hoy es fundamental la prudencia y la claridad. SEMANA: ¿Qué ha aprendido a nivel personal de todo esto? E.G.R: Me impresiona pensar que en este momento todas las personas en el mundo estamos en nuestras casas esperando a que esto termine. Es una idea que me sobrecoge. También me parece muy interesante observar cómo vamos a cambiar en nuestro día a día durante los próximos años. Lea también: ¿Cómo puede el mundo aprovechar la pandemia para fortalecer la justicia social?