Salomón Goméz cambió la tierra por el oro. Lo hizo en los años ochenta cuando Minas del Vapor, uno de los tres corregimientos con más reservas auríferas de Antioquia, comenzó a llenarse de gente y la vereda en la que vivía, de la noche a la mañana, se hizo grande. La minería se convirtió en un negocio más rentable.Las jornadas de este campesino dejaron de transcurrir entre cultivos y ganado. Montó una mina y un molino que le han dado el sustento a su familia durante más de tres décadas. Los Mangos es el nombre de este lugar del que habla orgulloso su hijo Samuel. Cuando su padre arrancó con este negocio tenía que alquilar las minas. Primero fueron las de Minercol y luego la de una tía que logró hacerse a un título. Hace cuatro años, por fin, “quedamos organizados. Obtuvimos el título de Los Mangos”. Y hoy son un ejemplo de minería limpia. Desde comienzos de 2018, extraen el oro sin usar mercurio.El proceso para convertirse en un caso de éxito de minería limpia fue posible con la asesoría de la Gobernación de Antioquia. Luis Carlos Castaño, ingeniero de minas y asistente técnico del Centro Provincial de Gestión Minero Agroempresarial del Alto Nordeste, asegura que los Gómez “son empresarios serios, que han cumplido con la normativa y recibieron todas las indicaciones para trabajar sin mercurio”. Un paso que les permitió dar un salto hacia la tecnificación.El Centro Provincial forma parte del programa Antioquia sin mercurio. Su gerente, Alonso Beltrán, explica que desde hace seis años la corporación busca erradicar el uso de este metal con asistencia técnica y acompañamiento a las comunidades. “La estrategia ha sido mejorar el proceso de beneficio en las plantas, por ejemplo, a través de la concentración gravimétrica. La tarea es transferir tecnología que ya existe, a bajo costo y con una fácil implementación”.Justamente eso fue lo que sucedió en Los Mangos después de que los exámenes de orina y sangre realizados a los trabajadores de esta mina salieran mal. Los límites de mercurio en sus cuerpos superaban los normales. Salomón no se conformó con las indicaciones médicas, había que dejar de usar este elemento químico que, a futuro, podría matarlos. Se asociaron con un minero de Marmato. “Como allá no usan mercurio, intentamos hacer lo mismo”. Montaron el molino y una mesa concentradora, pero la recuperación del oro era muy baja, así que volvieron a recurrir a la “efectividad” de este material, aunque en menor cantidad.El gran saltoEn 2017 Los Mangos necesitaba una Jig para comenzar el proceso de transición hacia una minería limpia. Esta es una máquina en forma de mesa a la que llega el material extraído de la mina después de haber pasado por el molino, en la que se logra separar el oro fino de la arena. ¿Cómo? Gracias a una combinación de vibraciones y gravedad. Esto se conoce como separación o concentración gravimétrica.En palabras de Samuel, el trabajo de esta mesa, donada por la Gobernación de Antioquia, es “concentrar el material y sacar lo más libre, lo más bueno. A eso le damos otra remachacadita en un coco pequeño y extraemos el oro que queda con batea”.Así fue como dos años de intentos después, los Gómez lograron sacar el veneno de su trabajo. El acompañamiento que recibieron, advierte Salomón, resultó fundamental. “Somos mineros de acá y no conocíamos otros métodos. Todo fue más sencillo de lo que pensábamos. De esta manera pudimos trabajar dejando de lado los factores de riesgo para nosotros y para toda la sociedad. Si no lo hacemos así, nuestro oficio desaparecerá”.