Se podría decir que la preparación del defensor colombiano Iván Ramiro Córdoba para anotar el gol de cabeza, en la final de la Copa América de 2001 ante México, nació con su obsesión por brincar en las calles de los pueblos antioqueños donde vivió en la infancia, Zaragoza, Campamento, Abejorral, Santuario, Rionegro. El chico se impulsaba desde el suelo hasta tocar las ramas de los árboles con sus dedos y era especialista en saltar alambrados sin miedo a quedar enredado entre las púas. Con el paso del tiempo se propuso rozar los aros de baloncesto hasta que un día consiguió agarrar uno con las dos manos y se quedó ahí colgado, suspendido, como uno de esos enormes jugadores de la NBA. Le gustaba la sensación de sentirse alto, de alejar sus pies de la tierra. Y aquella fijación por altitudes desconocidas le permitió, ya durante su etapa como futbolista profesional, saltar hasta 75 centímetros. Ese, su mejor registro, lo consiguió gracias a la potencia con la que nació en sus piernas, pero sobre todo porque nunca dudó de sí mismo, a pesar de que algunos no le veían futuro como defensor por sus 1,73 metros de estatura. Pero Iván Ramiro sabía que lo podía lograr. Por eso terminó su carrera deportiva con cinco títulos de la Serie A italiana –jugó en el Inter de Milán durante 13 años, cuatro supercopas, una Champions League y con la emoción de haber anotado el gol de cabeza que significó el único título que tiene Colombia en la Copa América hasta ahora. Razones suficientes, en todo caso, para ser elegido como la imagen de la campaña #Creyentes de Cerveza Águila, que busca demostrarles a todos los colombianos que a fuerza de unión y fe podemos conseguir en Brasil 2019 un nuevo título continental. Al exdefensor y actual dirigente del Inter de Milán le fluye con naturalidad ese sentimiento. Además, está convencido de que sobran argumentos para creer que Colombia puede ser campeona. JUAN DIEGO RAMÍREZ: El título de la Copa América 2001 fue precisamente un premio a todos los creyentes… IVÁN RAMIRO CÓRDOBA: Claro. Todo lo que he conseguido se ha basado en el esfuerzo y la dedicación. Pero primero tuve que creer en mí; creer en que podría lograrlo. En 2001 fue así. Todo comenzó en aquel momento en que el profesor (Francisco) Maturana nos hizo creer ciegamente en que podíamos quedar campeones. Y nos concentramos para que así fuera, aun cuando no se sabía si el torneo se iba a realizar. Recuerdo que la situación del país no era fácil y que la gente buscaba razones para sentirse orgullosa de Colombia. Y ese título lo consiguió. J.D.R.: ¿Fue el título más importante de su carrera? I.R.C: Sí, absolutamente. Y cada vez que se recuerda esa Copa América me emociono muchísimo. Una de las cosas más bonitas que te pueden pasar en la vida como jugador es ganar un torneo con la selección de tu país; ganarlo por tu gente. Su valor es inmenso y es difícil de explicar. Al anotar en esa final del domingo 29 de julio de 2001 en Bogotá yo sentí que más que meter un gol estaba llenando de energía positiva al estadio y a todo un país. ¡Ese balón tenía que entrar! Y se dio todo para que así fuera. J.D.R.: ¿Qué tanto y en dónde prepararon esa jugada de gol contra México? I.R.C.: La preparamos durante todo el torneo, pero cambiábamos las señas para no ser predecibles. Para la final, Iván López tenía que alzar una mano y eso significaba que el balón llegaba al primer palo y que ahí debía llegar yo. J.D.R.: Y cuando vio que su marcador era el atacante Jared Borgetti, diez centímetros más alto que usted, ¿mantuvo la fe de todas formas? I.R.C.: Ese fue, precisamente, el error que ellos cometieron. Yo siempre he creído que los delanteros no son muy comprometidos con las labores defensivas, no tienen esa tensión ni esa agresividad para ir hasta el final en la jugada. Todo se juntó para que yo metiera el gol. En esa Copa América no hubo nada al azar. Y así es más fácil lograr el objetivo, porque yo no creo en la suerte. J.D.R.: ¿Es verdad que cuando usted anotó sintió la realización de su vida y que ya se podía morir tranquilamente? I.R.C.: Sí. ¡Y casi se me cumple de verdad! Yo cabeceo, caigo, veo que la red se mueve y digo: esto es gol. La gente gritaba. Sentí como si tuviera una lupa, un zoom, veía que las personas lloraban y reían en la tribuna, que no sabían cómo celebrar. En esas fracciones de segundo pensé tantas cosas. Pensé, voy a darle una vuelta a toda la cancha, voy a gritarlo con los amigos, voy para el banco a abrazar al equipo, me voy a salir de la pista a celebrar con la hinchada. Pero resolví tirarme al piso y que vinieran todos. Entonces hicieron una torre encima de mí y en un momento yo no podía respirar. Y pensé: aquí fue, me voy a morir. Pero no me podía quejar. Habría muerto dichoso. J.D.R.: Le pasó también que empezó a recordar con nostalgia el camino transcurrido hasta ese momento? I.R.C.: Lo sentí cuando me estaba “muriendo”. En mi mente recorrí los pasos que había dado en la vida. Sobre todo me acordé de las personas que veíamos por las calles, por la carretera, entre pueblo y pueblo, de todos los que salían a ver el bus que pasaba durante esa copa. Ellos nos inflaron el pecho de emotividad y nos dieron esas ganas de ganar. J.D.R.: Dejó un legado difícil de superar... I.R.C.: Como jugador me propuse ganar muchos títulos para trazar un alto punto de referencia que motivara a los jugadores más jóvenes a sobrepasarlo. Ojalá que estos muchachos ganen la Copa América de Brasil. Se lo merecen. Y así dejarían el objetivo todavía más alto para el próximo colombiano destacado que salga en el futuro. Eso empujaría a nuestro país hacia logros aún más importantes. J.D.R.: Colombia debuta ante los argentinos 20 años después del último triunfo que tenemos ante ellos en Copa América. ¿Ganaremos? I.R.C.: Tenemos con qué, por supuesto. A ellos les duele jugar contra nosotros porque nuestra selección tiene más posesión de balón y te hace mal si te descuidas. Colombia debe sentirse con la capacidad de ganarle a Argentina. Así debe ser. Sin miedo, sin esconderse. Cuando vas decidido por algo, pegas primero. Y en estos torneos cortos el primer partido te abre el camino para seguir hacia donde vos querás. J.D.R.: Ahora soñemos. ¿Quién le gustaría que metiera el gol que signifique un nuevo título de Copa América para Colombia? I.R.C: Soñemos y creamos, claro que sí. Porque tenemos un equipo muy bien conformado línea por línea; es una gran selección. Yo te diría que me gustaría mucho ver a un Falcao anotando ese gol en la final que nos diera el título. Se lo merece. Y estoy seguro de que pasaría a ser el gol más especial de su carrera. *Periodista deportivo.