En la boca del túnel, cuando salía hacia la cancha del estadio Feliciano Cáceres de Luque, en Paraguay, el zaguero colombiano Jorge Bermúdez vio al delantero argentino Martín Palermo en la fila de jugadores contrarios y se acercó a saludarlo. En ese entonces llevaban dos años compartiendo asados en días de descanso y rutinas físicas que debían ejecutarlas juntos porque tenían alturas similares, medían casi 1,90 metros. Los dos jugaban en Boca Juniors y era difícil digerir que en este partido eran rivales. Se fundieron en un abrazo y al encuentro acudieron los otros argentinos que militaban en el club y que también eran titulares ese día: Juan Román Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Walter Samuel. El Patrón se sintió extraño porque 28 días atrás había celebrado junto a ellos la conquista del torneo clausura. “No pude hacer otra cosa que abrazar a cada uno y desearles lo mejor”, dice Bermúdez. Y recuerda que le pidió a Palermo, antes de iniciar el encuentro, que no se le ocurriera anotar un gol. Los dos sonrieron. Así comenzó aquella tarde del domingo 4 de julio de 1999, hace 20 años; un cotejo de la Copa América que pasaría a la historia. “La última frase que le dije a Palermo me salió del corazón... Y terminó siendo premonitoria”, agrega Bermúdez, capitán de la Selección Colombia durante el partido. Ese día su objetivo era anular la potencia goleadora del espigado delantero albiceleste. Debía anticipar sus movimientos, que los conocía de sobra, y compartir esa experiencia con el resto de compañeros del equipo dirigido por Javier Álvarez. Y así lo hizo en el minuto cinco del juego, cuando el árbitro Ubaldo Aquino pitó un penalti a favor de Argentina por una mano de Álex Viveros. Cuando Palermo se dispuso a patear, Bermúdez le dio un buen consejo al portero Miguel Calero. “Yo sabía que Martín le pegaba fuerte a media altura. Lo había visto mil veces cuando practicaba junto con (Sebastián) Battaglia, Chicho Serna y Román (Riquelme). Entonces le dije: ‘Aguántalo, Miguelito, no te movás antes’. Yo confiaba en él porque era muy rápido. Y así fue. El balón pegó en el palo”, cuenta el ‘Patrón’. Bermúdez celebró como si hubiera anotado un gol, olvidando por completo que quien había fallado era un amigo. Colombia convirtió cinco minutos después gracias a un penalti bien ejecutado por Iván Ramiro Córdoba, quien acercó a la selección a la clasificación anticipada a cuartos de final. A los tres minutos del segundo tiempo el delantero colombiano Hamilton Ricard tuvo la opción de aumentar la cuenta con un penalti, pero su cobro fue atajado por Germán Burgos. “Si hubiéramos perdido por ese error la frustración hubiera sido mayor”, confiesa el atacante chocoano cuyo pase, en ese entonces, pertenecía al Middlesbrough, de Inglaterra. “Pero ese triunfo histórico terminó opacando mi fallo. Palermo no tuvo la misma suerte ese día”. Le puede interesar: Las sedes de la Copa América 2019 Cuando faltaban 14 minutos para el final del partido el árbitro Aquino pitó el tercer penalti de la noche, el segundo a favor de Argentina. Palermo se adueñó de nuevo del balón, miró al arco, apuntó y por segunda vez no pudo marcar. Tres minutos después Edwin Congo anotó el 2-0 de Colombia. La culpa de Palermo retumbaba con más eco en su cabeza: dos penaltis errados. Johnnier Montaño –entonces de 16 años– marcó el tercero de nuestra selección a los 87 minutos. La victoria era colombiana. Sin embargo, minutos después Palermo sentenciaría su propia suerte: el árbitro pitó el tercer penalti a favor de Argentina, Martín volvió a abrazar el balón, buscando revancha. “Entonces me le acerqué, ya no como rival sino como amigo”, recuerda el Patrón Bermúdez. “Le dije: Loco, no lo cobres, que lo patee otro. Yo no quería que él se expusiera… Pero terminó marcando un récord Guinness por testarudo”. Calero le detuvo el cobro y Colombia llegó a un invicto de cinco partidos ante esta selección en partidos oficiales, incluyendo el 5-0 de los dirigidos por Francisco Maturana en septiembre de 1993, en el Monumental de Buenos Aires, en Argentina. Después de 20 años de ese triunfo –el último de Colombia sobre la selección albiceleste en Copa América– ambos equipos volverán a enfrentarse en la primera jornada de Brasil 2019. “Te voy a responder clarito”, añade Ricard sobre ese duelo. “Para los argentinos después del 5-0 cada partido contra nosotros es una final. Desde entonces quieren una venganza y todavía no la han conseguido. Y mire que en el ‘99 volvimos a ganarles por goleada”. Colombia terminaría perdiendo contra Chile en cuartos de final de esa Copa América, pero aquel 3-0 es inolvidable. Incluso Bermúdez se sentó después a tomar un café con Guillermo Barros Schelotto para discutirlo. “Argentina jugó mejor, pero si se volviera a jugar el mismo partido, seguro, no nos ganarían”, dijo Schelotto. Pero el Patrón no le dio mayor importancia al comentario. Estaba más preocupado por el estado de ánimo de su amigo Martín tras fallar una inédita suma de penaltis. “Tranquilo. Vos sabés que a él no lo inmuta nada. Por algo le decimos el Loco”, sentenció el jugador argentino.