El tiempo es uno de los factores determinantes en todas las competiciones deportivas. A los segundos y a los minutos les han atribuido tanto culpas como glorias en momentos de alta tensión. Sin embargo, el tiempo no juega a favor ni en contra. Está ahí, sigiloso, inmenso en las pantallas o sujeto en las muñecas de la gente para darle sentido, emoción y orden a esas disciplinas que generan fervor colectivo y ponen al límite la condición humana. Una de las especialistas en este complejo universo es la casa rejolera Tissot, que tiene 166 años de historia. De hecho, sus relojes deportivos han sido catalogados como “proezas técnicas” y piezas de gran valor estético, que además son los mejores compañeros en los entrenamientos. La firma suiza presentó hace poco su nueva creación, el Tissot Seastar 1000 Quartz Chrono que es el complemento ideal de los amantes de las aventuras submarinas. Con 30 bares de hermeticidad y un cristal de zafiro irrayable su funcionalidad y diseño son la síntesis del poder y la elegancia acuática. Sus agujas luminiscentes y la demarcación de la escala de intervalos de cinco minutos son de gran utilidad para los buceadores: con la caja y la corona roscada el reloj se blinda ante los daños. El azul oscuro de la esfera simboliza el misterio de las profundidades marinas y el grabado sutil de un caballo de mar en la caja es un guiño a las peripecias acuáticas. En síntesis, el reloj es un homenaje a la inmensidad del océano. Por deporte Tissot ha sido cronometrador y socio oficial de varias citas deportivas internacionales. Los amantes del baloncesto valoran mucho sus modelos inspirados en la NBA, por ejemplo. Algunos de ellos están dedicados a los Spurs, los Lakers, los Bulls, los Cavaliers, los Knicks y los Warriors. Pero también hay una colección basada en los equipos de la Federación Internacional de Baloncesto (Fiba). La relojera es aliada del Tour de Francia, de varios campeonatos de la Unión Ciclista Internacional (UCI), y del MotoGP, así como de torneos de rugby, esgrima y hockey sobre hielo. Uno de cada cuatro relojes suizos vendidos, en 160 países, corresponde a este fabricante. Cada año son compradas 4 millones de sus creaciones en el mundo; por eso esta casa es la líder del mercado de la relojería tradicional suiza.