El Departamento de Bienestar Social de Cúcuta confirmó una triste realidad: la depresión, el maltrato físico y el abandono son comunes entre los adultos mayores que habitan las calles de la ciudad. La entidad, que trabaja con varios sectores de población vulnerable –incluyendo los habitantes de calle, personas en condición de discapacidad, primera infancia y adolescencia, LGBT y grupos étnicos– realizaba la caracterización de esta población cuando se encontró con la problemática. Así nació Centros-Vida, un programa integral que impacta a cerca de 15.000 adultos mayores del área urbana y rural. Allí reciben atención psicológica y en salud, participan del trabajo asociado y actividades lúdicas. Paralelamente, el departamento creó redes de apoyo comunitario y un grupo de reacción inmediata, acompañado por organismos como la Defensoría del Pueblo para identificar con rapidez los casos más urgentes de abandono. De esta forma ha llegado a 300 casos que requirieron de la intervención de una comisaria de familia para pactar una cuota alimentaria en cada caso. Adicionalmente, la administración municipal puso en marcha el Centro de Protección para el Adulto Mayor. Desde septiembre de 2018, este lugar les ofrece todas las comodidades para vivir. Sin embargo, no fue fácil convencer a algunos de habitarlo. “El adulto mayor que vive en la calle está acostumbrado al licor o a la droga. Por eso, incorporarse a la convivencia es complicado”, explica el director de ese departamento, Óscar Sandoval. El centro está habilitado para atender a 125 adultos mayores y hoy trabaja con todos los espacios a disposición: vivienda, alimentación, ejercicio físico y una nueva huerta casera. Varios de los beneficiarios fueron campesinos y saben cuidar la tierra. Es el caso de Benigno Rincón, quien hace un año está en el Centro de Protección y desde junio trabaja en la huerta. “Tuve un hijo que se fue para Bucaramanga y me dejó solo, pero ahora con la cosecha eso se me olvida. Ya he sacado yuca, plátano, ahuyamas, cilantro y acelga”, dice. Algo parecido se puede ver en la Fundación Con-Sentidos, donde niños con discapacidad de todas las edades pueden acceder a servicios como fisioterapia, equinoterapia, hidroterapia, atención psicológica, transporte y alimentación. El lugar atiende dos grupos de 20 niños, beneficiarios del Sisbén con los puntajes más bajos. “Disponer de este espacio ha causado un impacto positivo. Nunca antes existió en Cúcuta un lugar con este tipo de servicios”, señala Érika Ortiz, directora de la fundación.