SEMANA: ¿Cómo era la relación de su padre, el presidente Virgilio Barco, con la ciudad? CAROLINA BARCO: Mi padre nació, creció e hizo su vida política en Cúcuta y el Norte de Santander. Recordaba con mucho cariño su infancia en Cúcuta y en las fincas, donde pasaba varias temporadas, y nos hablaba de la época en que inició su carrera política, un tiempo muy difícil como liberal en un departamento conservador. Empezó como secretario de la Gobernación, luego fue concejal y congresista por su departamento. Como ministro de Obras hizo la carretera de Cúcuta a San Antonio. Mantuvo siempre sus amigos nortesantandereanos y estuvo pendiente de la región. Así que estaba muy comprometido con la ciudad. SEMANA: En Cúcuta se conocieron y enamoraron sus padres. ¿Cómo fue la historia? C.B.: Mi mamá llegó a Cúcuta a los 7 años. Siempre dijo que sus años más felices fueron en esa ciudad. A mi abuelo Carl Óscar Isakson lo trasladaron aquí como gerente de Colpet (Colombian Petroleum Company) para desarrollar los campos de petróleo de Tibú y construir el oleoducto a Coveñas. Mi madre estudió unos años con mis tías Barco y fue amiga de la familia de mi papá en Cúcuta donde se conocieron y casaron. Tuvieron que adelantar el matrimonio porque la casa de mi padre fue baleada y después se fueron a Estados Unidos a estudiar. Él hizo un doctorado en Economía en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y mi mamá un máster en estudios latinoamericanos. Mis abuelos maternos vivieron en la ciudad hasta que se jubilaron. SEMANA: ¿Por qué Cúcuta le guarda tanto cariño a su familia? C.B.: Mi madre y padre fueron muy felices en Cúcuta, tuvieron un gran apego y compromiso con la ciudad y su gente. Además, tanto mis abuelos maternos como paternos fueron artífices de empresas de infraestructura importantes para su desarrollo, y mi bisabuelo dejó la Fundación Virgilio Barco para la atención de madres e hijos. SEMANA: ¿Recuerda algún lugar de Cúcuta con especial cariño? C.B.: Siempre recuerdo con cariño y añoranza el Parque Santander por sus palmeras, me pareció lindo y fresco. En ese parque también fue el cierre de campaña a la presidencia de mi papá en 1986 y esa imagen sigue en mi memoria. SEMANA: ¿Cómo definiría a los cucuteños? C.B.: Los cucuteños son muy directos, dicen lo que piensan. Mi padre decía que hablaba fuerte porque había crecido en una casa de patios y se necesitaba hablar fuerte y claro para que le escucharan. SEMANA: Si pudiera tomar una foto que representara a Cúcuta hoy, ¿a dónde iría? C.B.: Al Parque Santander. Por su belleza y encanto y por estar en el centro de la ciudad que conocí cuando pequeña, donde quedaban las casas de grandes patios como las de mis abuelos maternos y paternos. SEMANA: ¿Las recetas cucuteñas siguen siendo parte de la tradición familiar? C.B.: ¡Claro! En Navidad son fundamentales las hayacas, como las preparó siempre mi abuelo y es todo un proceso que dura diez días, desde que se compran las hojas de plátano, hasta que se prepara el guiso y se cocinan. La comida de Nochebuena empezaba con un ponche crema y luego se servía un chocolate caliente para acompañar las hayacas. SEMANA: Desde la embajada en España ha impulsado la cooperación internacional para atender el fenómeno migratorio de venezolanos que afecta especialmente a la ciudad… C.B.: En Madrid he trabajado incesantemente con el gobierno español, con el cuerpo diplomático, empresas privadas y organismos multilaterales explicando, primero, las enormes dificultades de nuestros hermanos venezolanos derivadas de la grave crisis humanitaria y el esfuerzo del gobierno colombiano atendiendo a tantos migrantes. En la última visita del canciller Borrell, España se comprometió con 50 millones de euros en los próximos tres años. Y sigo insistiendo en la urgente necesidad de buscar a nivel diplomático una salida democrática que dé fin a la dictadura de Nicolás Maduro para que Venezuela retome su rumbo y vuelva a ser una nación libre y próspera.