El consumo de de las industrias bovina, porcina, avícola e incluso piscícola ha ganado terreno en el mercado interno en los últimos años. En medio de este crecimiento, los colombianos demandaron más carnes y lácteos de caprinos y ovinos, dadas sus ventajas nutricionales. La oferta además se intensificó por la creciente formalización de este renglón del sector pecuario que emplea a más de 180.000 familias. José Carlos Arregocés, presidente de la Asociación Nacional de Caprinocultores y Ovinocultores de Colombia (Anco) –gremio que reúne a diferentes organizaciones que se dedican al negocio del ganado ovino y caprino– afirma que en los últimos 20 años la oferta al público de los productos derivados de estos animales creció con notoriedad. “Hay una importante formalización del sacrificio en todo el país”, añade. Pero más allá del aumento del sacrificio formal en diferentes regiones, el número de animales es cada vez mayor. Según cifras de la Anco, en Colombia existen cerca de 150.000 apriscos que reúnen alrededor de 1.620.000 ovinos y 1.020.000 caprinos. Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Cesar, Sucre, Santander, Tolima, Córdoba y La Guajira lideran la producción de carne, leche y sus derivados. En cuanto a las bondades de consumir carne y leche de ovinos y caprinos, Arregocés destaca su alto contenido proteico, su baja cantidad de grasa y la posibilidad de elaborar buenos productos, como quesos, a partir de la leche de estos animales.Posicionar el consumo de ovinos y caprinos es, sin duda, un reto de largo alcance pues, según los cálculos que tiene la Anco, en Colombia el consumo per cápita anual es de 500 gramos de carne, mientras que en países como Uruguay (donde se sacrifican más de un millón de ovinos cada año) la demanda supera los tres kilos por año. Sin embargo, en regiones de la costa Caribe como La Guajira –zona de tradición caprina y ovina– la demanda es mayor ya que va atada a arraigadas tradiciones gastronómicas. Al revisar las cifras del sector caprino generadas por el Dane, durante el año pasado aumentó 14,5 por ciento su sacrificio (42.967 animales fueron empleados para consumo interno). Y por el lado del renglón ovino, 65.944 cabezas se utilizaron para satisfacer la demanda generada en Colombia. Henry Polanía, presidente de la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Ovino (Asoovinos), señala que el renglón ovino –al igual que el caprino– ha venido creciendo no solo por cuenta de una mejor demanda interna, sino por la llegada de 10.000 animales puros a diferentes hatos del país, lo cual ha ayudado a mejorar la genética y, por supuesto, la productividad de los empresarios. “Este es un sector que puede aportar a la seguridad alimentaria de Colombia, y que ya ha logrado poner en las góndolas de los supermercados un mayor volumen de carne ovina durante los últimos años. Así mismo, restaurantes de diferentes ciudades registran una mayor demanda de estos productos”, puntualiza Polanía. Por otra parte, el interés de los consumidores de tener una alimentación cada vez más sana, en la que se incluyan carnes magras con elevado contenido proteico, ha potenciado el negocio de numerosos apriscos. Jorge Idárraga, propietario del Aprisco Corcovado, en Antioquia, cuenta que la comercialización de productos derivados de las cabras es más fácil en la actualidad. “Hay oportunidades grandes de comercializar en restaurantes de mayores formatos y en supermercados. Tenemos que crecer, permanecer en el negocio, ampliar el número de cabras y las plantas de transformación”, relata el empresario. Y así como en el lado caprino hay múltiples posibilidades de mejorar la comercialización, desde la orilla de la producción ovina continúan creciendo las empresas que se dedican a ese negocio. Leonardo Suárez, empresario y veterinario, quien lideró el montaje de la planta El Gran Cordero, en Firavitoba, Boyacá, asegura que “hay mucha demanda de ovinos por parte de restaurantes de Bogotá y, también, de importantes supermercados. La idea es ayudar a los campesinos a vender bien este producto”. Para reforzar la producción, explicó Suárez, a Boyacá –y otras regiones del país– han ingresado ejemplares del Uruguay que mejoran la genética, ya que se traen ovejas de mayor talla. Incluso, de Norteamérica, Centroamérica y otras naciones de Suramérica han llegado animales para mejorar la población ovina. Lea también: ¿Por qué es bueno comer carne?