La humanidad está ante un nuevo escenario global y local, en el que se revela un cambio de prioridades. Una familia puede dejar de comprar zapatos, ropa, electrodomésticos, pero no puede dejar de comer. Nadie pone en duda la relevancia del sector de alimentos para la subsistencia de las personas, es evidente. Dentro de esta industria, los productos pecuarios son protagonistas en la mesa de los hogares colombianos. De acuerdo con Camilo Herrera Mora, economista y presidente de Raddar Consumer Knowledge Group, “el sector pecuario es fundamental para la economía nacional y para los colombianos, ya que el 95 por ciento consume por lo menos una de estas proteínas una vez al día. Básicamente tiene una penetración en los hogares más grande que la de los televisores y sin duda, tiene el triple de usuarios que Rappi”. Desde el punto de vista del consumo, la compra de productos del sector pecuario mostró un incremento en marzo. De acuerdo con Herrera, antes del aislamiento los productos de origen pecuario representaban el 9,9 por ciento del gasto de hogares (a febrero 2020), sin contar el gasto en restaurantes. En marzo la cifra ya era de 11,8 por ciento. “Esta es una de las categorías que más crecieron en la fase de abastecimiento”, señala el experto en consumo y mercadeo. Así mismo, Camilo Montes, director ejecutivo de la Cámara de Alimentos de la Andi (encargada de productos procesados en los que se usa como materias primas el huevo, las carnes de bovino, cerdo, pollo y pescado), explica que el pasado mes de marzo el consumo de la categoría de carne de res y sus derivados (jamones, salchichones, mortadelas, entre otros) ascendió en los hogares colombianos a 12 billones de pesos, al registrar un crecimiento de enero a marzo de 13,88 por ciento y una participación del 7,05 por ciento del gasto de los hogares. Este comportamiento refleja suficiente abastecimiento y un crecimiento de la demanda para el tercer mes del año. “A partir de la segunda quincena de abril estamos atentos a la evolución de las necesidades de los consumidores, porque somos conscientes de que los patrones de consumo en aislamiento pueden ser distintos a los que se observan bajo la actividad normal de la economía. Por ello las empresas afiliadas a la Cámara están prestas a atender las necesidades de la población”, asegura Montes. Las compañías del sector mantienen el abastecimiento de estos alimentos, continuando con su actividad económica, empleos, compra de insumos y materias primas, pago de servicios públicos y otros costos de operación. El reto mundial La seguridad alimentaria, concepto que surgió en la década del setenta, es un derecho humano. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), esta se da cuando “todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”. En el contexto actual, el desafío es aún mayor, pues para asegurar la demanda de la población hay que alinear aspectos económicos, políticos y geográficos. Por ejemplo, en Colombia, productos agrícolas como el maíz y la soya, esenciales para la alimentación de los animales, no se producen en los volúmenes requeridos por la demanda nacional y debido a esto se importan. “La dependencia de otros países y economías para la adquisición de los insumos agrava el riesgo. En momentos de crisis, cada país prioriza su mercado interno y se genera desabastecimiento global. Por esto, tener recursos nacionales para poder mitigar el impacto en el futuro es un cambio necesario en la visión que tenemos como país para planear el futuro del sector agropecuario y otras industrias en Colombia”, expresa Juan Pablo Soto, vicedecano de relaciones corporativas de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes. Para el economista Diego Marulanda Gómez la seguridad alimentaria implica protección en lo vital, por lo que volver a los sectores básicos de la producción, como el pecuario, “se convierte en una excelente trinchera para arrancar un proceso de reconstrucción de la economía al tiempo que se cumple con el precepto de la seguridad alimentaria. Crecer la escala de producción de este sector hasta cubrir la demanda nacional, si las bases están bien fundadas, no es difícil. Se tiene el conocimiento y experiencia de muchos años”, concluye. *Periodista de economía y negocios. Lea también: Las razas criollas, el gran tesoro de la ganadería colombiana