La ingeniería colombiana ha ejecutado, en los últimos años, la construcción de túneles sin precedentes en las cordilleras de nuestro país. Con la presencia de profesionales colombianos y extranjeros, en especial, con ingenieros españoles que aportan su experiencia y herramientas de seguimiento y control a este tipo de proyectos, hemos logrado combinar habilidades y transferencia de conocimiento”. Con esas palabras, Edwin Díaz Pinzón, gerente encargado del Consorcio Antioquia al Mar, el contratista que está a cargo de la construcción del tramo 1 del Túnel de Toyo, explica a grandes rasgos las ventajas con las que su equipo cuenta para enfrentar la ejecución de una megaobra como esta. Consorcio Antioquia al Mar está conformado por cuatro empresas: la constructora española Colombiana de Infraestructura, que tiene una participación del 40 por ciento en el proyecto; Cass Constructores, con el 20 por ciento; Carlos Alberto Solarte Solarte, con 20 por ciento; y la empresa antioqueña Estyma, con el 20 por ciento restante. “Todas estas empresas juntas hoy ejecutan más túneles que nadie en el país”, agrega Díaz Pinzón. Y es que el consorcio asumió el proyecto en 2015 con la fase de preconstrucción; inició la fase de construcción en enero de 2018 y desde ese momento no ha parado. Trabaja 24 horas, los siete días de la semana. Se ha ejecutado más del 20 por ciento de los 18,2 kilómetros que le corresponden, los cuales incluyen el túnel principal, que ha sido excavado 21 por ciento. Esto a pesar de que el proyecto está ubicado en una zona con geografía compleja. Dicho avance se debe a múltiples razones. Por una parte, el consorcio tiene una alta capacidad de reacción ante los problemas geológicos gracias a la experiencia de sus integrantes. Cuando se presenta algún evento, cuenta con la asesoría de reconocidos ingenieros y geólogos como Manuel García López, Antonio Rodríguez, Darío Ángel y el español Alfonso de la Vega. Lea también: El túnel del Toyo, el proyecto que acercará a Medellín al mar Pero más importante aún, el ritmo de ejecución del Túnel del Toyo se debe a que a través de las iniciativas ambientales y del trabajo predial y social, el consorcio se ha ganado la confianza y credibilidad de los habitantes de las 19 veredas –en los municipios de Cañasgordas, Giraldo y Santa Fe– donde tiene incidencia. Por ejemplo, el 92 por ciento de los propietarios de predios por donde pasa la obra han accedido a la venta voluntaria, reduciendo al mínimo los procesos de expropiación en la zona. Así mismo, para disminuir la preocupación de las comunidades por las posibles afectaciones a sus fuentes de agua, se implementó una red de manejo extensa conformada por 232 puntos de monitoreo de red hidrogeológica: 190 en fuentes superficiales, manantiales y acueductos, y 42 piezómetros para el monitoreo de aguas subterráneas. Estos son medidos y supervisados mensualmente con el acompañamiento de la población. “La topografía de la zona hace que estas actividades sean complejas. Hemos tenido que caminar hasta seis horas para hacer la medición en un punto de control, pero es necesario”, explica Íngrid Apolón, directora ambiental (e) del proyecto. Finalmente, la aceptación de la comunidad ha desempeñado un rol fundamental en el área social. Desde hace cuatro años el consorcio ha trabajado en el territorio para explicar la obra, preparar a la población, acompañar la gestión predial y emprender programas que, con la llegada de esta nueva vía, mejoren las condiciones de vida en la zona. Por ejemplo, se ha acompañado la adecuación de vías veredales que conectan con el proyecto, se está apoyando un proyecto social en cada una de las veredas aledañas y se han realizado 77 actividades de cultura vial para generar conciencia en los habitantes sobre hábitos de autocuidado para peatones y conductores. Además se creó el proyecto Becas Tokando que, junto con la Fundación Incolmotos Yamaha, brinda espacios de aprendizaje musical y artístico a 210 niños en las veredas. “En el Toyo hemos tenido en cuenta a las comunidades. Este es un proyecto de puertas abiertas: la gente entra, se acerca y habla con todos nosotros, porque es nuestro deber escucharlos. Lo más importante es que la gente sienta el proyecto como propio”, concluye Leidy Marín, directora social del proyecto.