El Valle de Aburrá es la subregión más importante del departamento de Antioquia: allí está la capital –Medellín–, en la zona se concentra la mayor población y es la más relevante en términos económicos. Sin embargo, ese valle no es la única subregión del departamento, hay otras ocho que lo componen y atraviesan de oriente a occidente, y de norte a sur. En ellas, precisamente, y desde hace algunos años, se han implementado proyectos que pretenden mejorar la conectividad entre sus municipios, así como generar desarrollo. Por lo menos esa es la apuesta del gobierno de Antioquia y su Secretaría de Infraestructura Física. La subregión del Oriente Antioqueño es un ejemplo de ello. “Es un territorio en pleno desarrollo, no tiene vías. El Aeropuerto José María Córdova, sus industrias, comercios y crecimiento urbano representan un gran impulso que puede llegar al colapso por falta de infraestructura”, dice Gilberto Quintero Zapata, secretario de Infraestructura Física de Antioquia. Lea también: "La voluntad construye": secretario de Infraestructura de Antioquia Justamente para evitar ese colapso el departamento ha desarrollado una serie de proyectos que juntos pretenden fomentar el crecimiento del territorio de forma articulada. Uno de ellos es el complejo vial del Túnel de Oriente –que incluye el viaducto El Chivo– y la Doble Calzada Oriente (DCO), que “sirven de complemento para que el oriente del departamento continúe convirtiéndose en una región con alto crecimiento urbanístico, industrial y turístico”, complementa Quintero Zapata. La avanzada paisa La DCO conectará los sectores Las Palmas y El Tablazo –la vía que comunica al Aeropuerto José María Córdova con el corregimiento de Llanogrande–, ubicados en la jurisdicción de los municipios de Envigado, El Retiro y Rionegro. Comprende una doble calzada de 13,8 kilómetros en la cual se puede circular a una velocidad de 80 kilómetros. La inversión es cercana al billón de pesos. Adicionalmente, este proyecto reducirá un 40 por ciento los tiempos de recorrido entre Medellín y Rionegro y no genera valorización. La única fuente de pago que va a tener el concesionario de la obra es el peaje cuando el proyecto esté terminado. Ahora bien, el valor de la DCO no solo está en la construcción misma y en sus beneficios para el departamento, sino en su proceso de financiación: Antioquia es el primer gobierno departamental que consiguió afianzar una Asociación Público Privada (APP) en modalidad de infraestructura, donde el Estado no aporta recursos: la inversión recae en las empresas privadas. “El mérito del gobierno departamental fue concretar un proceso difícil y complejo que generalmente dura cuatro o cinco años, y que no siempre tiene un final feliz”, confiesa el secretario de Infraestructura Física de Antioquia. Durante tres años, en efecto, la Gobernación de Antioquia analizó, autorizó y gestionó ante el gobierno nacional la presentación del proyecto de la DCO –diseñado por un consorcio de tres empresas privadas– para lograr conceptos favorables y dar vía libre a la obra. Y así fue: después de ires y venires, tanto el Ministerio de Transporte como el de Hacienda y la Agencia Nacional de Infraestructura aceptaron la iniciativa. “Lo que logramos hacer es un ejemplo para el país y todos los departamentos. Antioquia llegó a un final feliz con una APP de iniciativa privada sin recursos públicos y con el originador –el constructor que va a hacer esta obra– comprando de su cuenta los predios para la construcción de la misma”, puntualiza Quintero Zapata. Y concluye: “Nosotros, a través de estos proyectos, estamos sacando a Antioquia de ver montañas para ver el mar”.