Todas las épocas del desarrollo del país han dejado su huella en Fontibón. Durante la Conquista, Gonzalo Jiménez de Quesada pasó por aquí con su tropa diezmada. Cuando vio un territorio fértil, de ubicación privilegiada y hermosos paisajes, inmediatamente escribió al rey de España para solicitarle su dominio; decía don Juan de Castellanos que cuando él y su ejército llegaron a esta sabana después de todas las penurias que les ocasionaron el trópico y las peligrosas corrientes del río Magdalena, exclamaron: “Tierra noble, tierra buena, tierra que pone fin a nuestra pena”.En Fontibón pasaron eventos de gran importancia para nuestra historia, y no solo durante la Conquista: también el periodo colonial fue muy importante. Para entonces la región contaba con nueve haciendas, de las que desafortunadamente solo queda Meandro del Say. Las otras han ido desapareciendo, urbanizadas de manera no planeada, debido a una gran especulación por el uso del suelo urbano, inmobiliario y de renta que ha ocasionado que el precioso paisaje un día visto por Gonzalo Jiménez de Quesada y su ejército se haya transformado tanto que ya no se pueda hablar de un paisaje propio.Durante la Colonia, Fontibón no solo vio surgir haciendas y opulencia. En sus escenarios se gestaron varias de las reuniones que terminarían generando el movimiento revolucionario que llevó a la libertad del país. Pasada la independencia, por estas mismas calles salió Simón Bolívar hacia Santa Marta en procura de una mejor salud, en medio de gritos de “¡Fuera, fuera, Longanizo!” con lo que lo despidió la gente de la localidad.En la época de la República, después del 9 de abril de 1948, Fontibón también generó una gran transformación de su suelo urbano cuando empezó a recibir gente de todo el país que llegaba huyendo de la violenciade los años cincuenta. Perdió así su calidad de apacible pueblo sabanero y se volvió en un híbrido entre espacio urbano y rural, que hacia 1954 o 1955 –la fecha varía según los autores– terminó convertido en un nuevo barrio de Bogotá.Hacer memoriaEn un rápido balance del patrimonio de Fontibón, podemos decir que se conserva la mencionada Hacienda Meandro de Say; la valiosísima estación de tren tanto de Fontibón como de Engativá, aunque a veces se confundan–; una preciosa quinta que parece sacada de La Rotonda (un palacio campestre construido en Italia por el arquitecto Andrea Palladio en 1566), la cual aparece de manera muy curiosa entre las calles de la localidad, y la iglesia general que funcionaba como una pequeña capilla doctrinera y que luego se convertiría en la actual iglesia de Santiago Apóstol.Es importante mencionar también el puente viejo –que vale mucho la pena conocer y recuperar antes de que se pierda irremediablemente– y la Casa del Cacique, ubicada en una de las esquinas de la plaza, así como muchas casitas que se esconden y mimetizan entre la modernidad, tratando de sobrevivir. Valdría la pena que alguna entidad o autoridad se diera cuenta de lo que está pasando con el poco patrimonio que nos queda e hiciera algo para conservarlo y preservarlo. A fin de cuentas, es la huella de nuestra historia, el reflejo de lo que somos.*Arquitecto restaurador y profesor de las universidades Javeriana y América.