Justo en el borde noroccidental de la ciudad, junto al municipio de Cota, florece el parque La Florida. Gracias a su ubicación estratégica se ha convertido en una parada obligatoria de aves migratorias que han cruzado regiones e incluso países para, como sucede con los patos canadienses, dar a luz a sus crías y tomar un descanso. Este maravilloso escenario natural también es hogar de dos especies endémicas: la tingua bogotana y el cucarachero de pantano.No hace falta ser ornitólogo para apreciar la belleza de estas aves, que resultan atractivas para cualquiera que se interese por la naturaleza. Por eso, el Distrito creó en 2011 el programa Zona de Avistamiento de Aves, con el objetivo de que los ciudadanos, de forma gratuita, tuvieran la posibilidad de ver aves locales durante todo el año o conocer alguna especie migratoria de las que llegan a este extremo de la ciudad entre los meses de septiembre y octubre.Varias de estas especies, incluyendo la tingua bogotana, el cucarachero de pantano y la tingua moteada, se encuentran en peligro de extinción. Con la ampliación del perímetro industrial de Cota, las áreas naturales y los sembradíos han desaparecido, desplazando a las aves y a otras especies que habitaban la zona; adicionalmente, los desechos de las bodegas vertidos en el humedal contaminan sus aguas y han llegado casi al punto de secarlo. Todo esto se suma a la actividad de los chamones, muy similares a los copetones pero de mayor tamaño, que al reemplazar los huevos de otras aves con los propios dificultan la reproducción de otras especies.Con el fin de evitar la desaparición de estos animales, el Distrito se unió con el Instituto de Turismo para llevar a cabo un proceso de recuperación ecológica en la zona y garantizarles a las aves lagos de agua pura donde beber y asearse, espacios de aterrizaje para pájaros de piernas largas y vegetación para que se puedan alimentar por sus propios medios. Todo esto apunta a una rápida recuperación del ecosistema.Verde y diversiónTambién en el occidente está el Parque Zonal Sauzalito, en medio de un área de alto flujo vehicular, entre la terminal de transporte y la avenida La Esperanza. Sus zonas verdes funcionan como pulmón para la localidad, a la cual dan un respiro en medio de la contaminación (árboles como el cerezo se caracterizan por resistir a la polución, ya que mudan sus hojas al sentir la toxicidad del entorno).Además de verde, este escenario ofrece a los bogotanos recreación y deporte, pues cuenta con una gran piscina pública a la que van deportistas de alto impacto y aficionados, y en la que se dictan clases de natación. Tiene canchas de tenis, baloncesto y patinaje abiertas al público y una zona infantil. Un verdadero oasis en medio de la congestión de la zona industrial de Bogotá.*Coordinadora de Especiales Regionales de SEMANA.